Los sindicatos reafirman su convicción: sin paz, no puede haber justicia social; y sin justicia social, la paz no será duradera.
Los conflictos armados en casi todas las regiones del mundo se están intensificando, ocasionando una devastación masiva de vidas, medios de sustento y derechos. La gente trabajadora está en primera línea de esta crisis creciente, enfrentándose diariamente a injusticias y opresión.
- Desde 2021, la dictadura militar de Myanmar ha reprimido brutalmente a trabajadores, trabajadoras y sus familias, arrebatándoles derechos esenciales. El pueblo de Myanmar exige democracia, comenzando por el reconocimiento del Gobierno de Unidad Nacional.
- Desde 2022, la invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia ha causado un sufrimiento humano indescriptible y se ha cobrado miles de vidas. El movimiento sindical global continúa reclamando la paz y la restauración de la soberanía ucraniana.
- En Palestina e Israel, la escalada del conflicto ha provocado la muerte y el desplazamiento de miles de personas. Los sindicatos exigen un alto el fuego inmediato, la liberación de los rehenes y de todas las personas detenidas sin el debido proceso legal, el retorno seguro de todos los trabajadores y trabajadoras atrapados por el conflicto, el aumento de la ayuda humanitaria y una solución duradera basada en la coexistencia de dos Estados.
Luc Triangle, secretario general de la CSI, ha declarado: “Los gobiernos no están consiguiendo resolver los conflictos por la vía diplomática, mientras que las personas trabajadoras y sus sindicatos siguen entablando negociaciones pacíficas. Es fundamental que las trabajadoras y los trabajadores participen en los procesos de paz y reconstrucción para garantizar su éxito y generar las condiciones necesarias para una paz y una estabilidad perdurables”.
“Es urgente un cambio radical en las prioridades, que nos aleje de la competencia estratégica, la violencia y el enfrentamiento, y nos oriente hacia la seguridad colectiva, la negociación y la paz. El aumento del gasto militar está desviando recursos críticos de las prioridades sociales. Solo en 2023, se destinaron más de 91.000 millones de dólares a armas nucleares, 10.000 millones más que en 2022. El gasto militar mundial ya alcanza los 2,5 billones de dólares.
“¿Se imaginan los beneficios para las personas en todo el mundo si estos recursos se invirtieran en trabajo decente, educación, sanidad y la transición hacia una economía verde? Con esa inversión podríamos materializar el Nuevo Contrato Social. Debemos empezar a invertir en la paz, no en la guerra. El desarme es una cuestión de justicia y resulta clave para construir un mundo pacífico con prosperidad compartida”.
En esta Jornada Mundial por el Trabajo Decente, las personas trabajadoras exigimos paz y democracia.
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