Declaración de la CSI con ocasión del Primero de Mayo de 2022: Los sindicatos defienden la paz

Con la brutal e ilegal invasión de Ucrania por parte de Rusia, los conflictos armados están presentes en todas las regiones del mundo.

Cerca de 60 conflictos tienen lugar de momento, ocasionando millones de víctimas incluyendo la pérdida de cientos de miles de vidas humanas tan solo en Tigray y Yemen.

En los últimos años, 25 millones de personas se han convertido en refugiadas fuera de sus países de origen y decenas de millones más se ven obligadas a desplazarse internamente, la inmensa mayoría en países menos ricos.

La paz es un elemento central de los valores de la CSI, y el rechazo absoluto a la atrocidad de la guerra ha de conducir al logro de un marco para la seguridad común, cimentado en los principios de las Naciones Unidas.

Dicho marco debe abordar las causas ideológicas, sociales y económicas de los conflictos y pedir cuentas a los responsables de iniciar y respaldar guerras o de cometer crímenes de guerra cuando éstos se produzcan.

Tal como indica la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo: “La paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social”.

No existe mayor demostración sobre la necesidad de un nuevo contrato social que esta afirmación, establecida con la fundación de la OIT hace más de 100 años.

Cuando las personas se ven privadas de la seguridad económica de un trabajo decente; cuando los derechos laborales y otros derechos humanos son pisoteados, y miles de millones de seres humanos no tienen otra opción que trabajar en la economía informal; cuando la mentira y la propaganda reemplazan la verdad, la esperanza y la promesa de paz en el mundo quedan muy lejos de poder alcanzarse.

En un momento de enorme tensión global, exacerbada por la guerra lanzada por Putin, los sindicatos constituyen la mayor fuerza democrática y representativa en el mundo, situados a la vanguardia a la hora de defender la democracia, garantizar los derechos, evitar conflictos armados y superar el impacto devastador de las guerras sobre las vidas de las personas.

En este Primero de Mayo de 2022, reafirmamos nuestro compromiso con la paz y la justicia social que se requiere para garantizarla. Deberá apoyarse en los fundamentos del nuevo contrato social: empleo, derechos, salarios, protección social, igualdad e inclusión.

Estos son los requisitos básicos para una paz duradera y una prosperidad compartida, para asegurar la transición justa que el mundo necesita para superar la emergencia climática, para lograr la resiliencia necesaria para gestionar y superar futuras crisis mundiales.

Rendimos tributo a la labor incansable de nuestros compañeros y compañeras en áreas de conflicto, para hacer llegar ayuda humanitaria, acoger refugiados y superar las causas de conflictos. Alabamos asimismo el trabajo que llevan a cabo quienes viven actualmente en situaciones de paz, para lograr justicia social y sentar las bases para una seguridad común.

Estamos determinados a cambiar las reglas de la economía mundial, que actualmente tienden a recompensar la codicia, infravalorando la contribución de las personas –especialmente de las mujeres– en el trabajo y la sociedad, y que permiten a autócratas y tiranos subyugar a su propio pueblo y a la población de otros países, obligada a soportar la realidad inhumana impuesta por un conflicto armado.

La fortaleza de nuestros principios y valores se corresponde con la fuerza de nuestra organización y nuestra determinación a reforzar el poder de los trabajadores y las trabajadoras.

Todo trabajador y trabajadora que opta por afiliarse a un sindicato refuerza ese poder, y contribuye a la fuerza colectiva de un movimiento cuya misión es mantener los logros de la acción sindical en el pasado, y prolongarlos hacia el futuro. Es así como podemos construir y garantizar la paz.