25 años de índices de desarrollo humano

En 2015 se conmemoran los 25 años desde la introducción de un nuevo enfoque para promover el desarrollo humano por el primer Informe sobre Desarrollo Humano. La expresión “desarrollo humano” es probablemente familiar; se comprende y utiliza de maneras diferentes en todo el mundo. La medición del progreso y el bienestar humanos se ha convertido en sí misma en una industria: el año pasado la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano (OIDH) enumeró más de cien índices que se utilizan actualmente para medir algún aspecto, o aspectos, del progreso humano (bienestar, felicidad, paz).

El desarrollo humano surgió de debates mundiales sobre las conexiones entre el crecimiento económico y el desarrollo en la década de los ochenta. En décadas anteriores, el PIB y el crecimiento económico surgieron como indicadores principales del progreso nacional en muchos países, aunque el PIB nunca fue concebido para ser utilizado como una medida del bienestar. En las décadas de los setenta y ochenta el debate sobre el desarrollo consideró usar enfoques alternativos, como otorgar mayor importancia al empleo, seguido de la redistribución con crecimiento, si se satisfacían las necesidades básicas de las personas y el ajuste estructural con rostro humano.

Estas ideas ayudaron a preparar el terreno para el enfoque del desarrollo humano basado en la ampliación de la riqueza de la vida humana en lugar de meramente la riqueza de la economía en la que viven las personas.

Uno de los logros más importantes del enfoque del desarrollo humano, tal y como se refleja en los sucesivos Informes sobre Desarrollo Humano, ha sido la creciente aceptación de que las mediciones basadas en criterios monetarios, como el PIB per cápita, representan de manera inadecuada el desarrollo. El primer Informe sobre Desarrollo Humano introdujo el Índice de Desarrollo Humano (IDH) como medición del nivel de éxito en las dimensiones básicas del desarrollo humano y ha sido aceptado ampliamente en el discurso sobre el desarrollo.

A lo largo de los años, se han realizado algunas modificaciones y ajustes al IDH. De hecho, los críticos del índice y sus preocupaciones están impulsando mejoras del índice y el desarrollo de índices complementarios que ayudan a ofrecer una visión más amplia del desarrollo humano mundial. Sin embargo, el IDH ha sido objeto de críticas que cuestionan su validez. En este contexto, es importante comprender su naturaleza y lo que es y lo que no es.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) fue un pionero y sigue siendo uno de los índices más influyentes – si no el más influyente – en el debate sobre el desarrollo. Se diseñó como una medición focalizada, o un índice compuesto, y como tal se concentra en varias dimensiones básicas del desarrollo humano: se trata de un promedio ponderado (cada dimensión tiene un peso de 1) de la longevidad, la educación y el nivel de vida (renta per cápita) de un país.

Por definición, los índices compuestos ofrecen una única cifra para sintetizar la situación, pero no pueden ofrecer un panorama completo de la situación del desarrollo humano como otras herramientas de medición como la Contabilidad del Desarrollo Humano.

Tres cosas llevaron a proponer el IDH como indicador:

  • Primera: el IDH captura estas dimensiones básicas del desarrollo humano: tener una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a recursos necesarios para un nivel de vida digno. Sin ellas, muchas otras oportunidades siguen siendo inaccesibles.
  • Segunda: si solamente se presentan medidas de amplitud del desarrollo humano, la gente volverá a recurrir al PIB per cápita para una medida única del desarrollo. El IDH cambió esa perspectiva.
  • Tercera: para medir el bienestar humano, se necesita una medida tan ordinaria pero no tan restringida como la renta per cápita, que ignora aspectos más amplios de las vidas humanas. El IDH ofrece una medida más amplia.

Por lo tanto, cinco observaciones acerca del IDH son muy pertinentes:

  • Primera: el IDH no es una medición integral del desarrollo humano. Se centra solamente en las dimensiones básicas pero no toma en consideración otras dimensiones importantes.
  • Segunda: está compuesto por resultados a largo plazo en materia de desarrollo humano. Por lo tanto, no refleja las contribuciones en lo que respecta a políticas ni puede medir los logros a corto plazo.
  • Tercera: tiene todas las limitaciones de las medidas compuestas. Sin embargo, mantenerlo simple garantiza su aceptabilidad, comprensión y previsibilidad.
  • Cuarta: el IDH es una medición del promedio, por lo que enmascara una serie de disparidades y desigualdades dentro de los países. El desglose del IDH por género, regiones y grupos étnicos puede utilizarse y se ha utilizado ampliamente para la formulación de políticas en el plano nacional.
  • Quinta: la renta entra en el IDH como representación de los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida digno (cómo se transforma en las dimensiones relativas a la salud y la educación del IDH).

Toda herramienta para medir un concepto no puede capturar plenamente la riqueza, la amplitud y la profundidad del propio concepto. Esto también se aplica a la noción de desarrollo humano. El IDH no puede ofrecer una imagen completa del desarrollo humano en cualquier situación. Debe complementarse con otros indicadores útiles (un panel de instrumentos) para obtener una perspectiva más completa. Sin embargo, como medida focalizada, ha sido muy útil para la promoción, iniciar una competencia sana entre las sociedades y la sensibilización.

Si utilizamos una metáfora, la contabilidad del desarrollo humano representa la casa y el IDH es la puerta para entrar en la casa. No se debe confundir la puerta con la casa ni tampoco pararse en la puerta, se debería entrar en la casa.

Saludos,
Selim Jahan
Director
Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo