Manifiesto de la CSI con ocasión del Primero de Mayo de 2008

En este Primero de Mayo, millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo se unen para celebrar las conquistas de más de un siglo de sindicalismo. Los principios superiores de igualdad, justicia, dignidad humana y paz, que encontraron su expresión a través del movimiento sindical, resultan tan relevantes hoy en día como lo eran cuando trabadores y trabajadoras unieron sus fuerzas por primera vez para luchar por sus derechos en el trabajo.

Bruselas, 29 de abril de 2008: En este Primero de Mayo, millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo se unen para celebrar las conquistas de más de un siglo de sindicalismo. Los principios superiores de igualdad, justicia, dignidad humana y paz, que encontraron su expresión a través del movimiento sindical, resultan tan relevantes hoy en día como lo eran cuando trabadores y trabajadoras unieron sus fuerzas por primera vez para luchar por sus derechos en el trabajo. Estos principios dieron lugar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y quedarían recogidos en el Convenio 87 de la OIT en 1948. Pero los derechos fundamentales consagrados en estos célebres instrumentos están muy lejos de ser una realidad para gran parte de la humanidad.

Para la mayoría de la población mundial, el trabajo decente no es sino un sueño lejano. Millones de niños trabajan en lugar de acudir a la escuela, los trabajadores y trabajadoras se ven privados de sus derechos fundamentales y son explotados por empleadores sin escrúpulos y regímenes represivos, y aumentan las desigualdades tanto entre países como dentro de cada país, con una pequeña minoría que acumula riquezas incalculables a expensas de los demás.

Los fallos de gobernanza global por medio de “soluciones de mercado” no habían resultado tan patentes desde hacía décadas. El problema continúa extendiéndose por los mercados financieros mundiales, y los trabajadores y trabajadoras son quienes salen peor parados debido a que los gobiernos no son capaces de responder a la necesidad de una regulación financiera. Cien millones de personas más que el año pasado no tienen suficiente para comer, conforme la crisis alimenticia global aumenta día a día, amenazando el tejido mismo de las sociedades y alimentada por el legado de décadas de políticas altamente perjudiciales a escala mundial. La acción respecto al cambio climático, quizás la mayor prueba a que se ha visto sometida la humanidad en toda su historia, resulta minúscula en comparación con la magnitud del reto que representa. Y los ODM de la ONU, que la comunidad global se propuso alcanzar, están muy lejos de lograrse.

Los medios para abordar todos estos desafíos existen, pero falta la voluntad política para ofrecer resistencia a los poderosos intereses que obstaculizan el camino. En el mundo entero los sindicatos se enfrentan a estos intereses, haciendo campaña para situar las preocupaciones sociales y el desarrollo sostenible como un elemento central, y no marginal, de la política. Exigimos un cambio fundamental en la gobernanza global, que coloque el trabajo decente en el centro mismo de una nueva globalización, y donde las instituciones globales respondan a las necesidades reales de la población en lugar de perpetuar las políticas erróneas del pasado.

El 7 de octubre de 2008, Jornada Mundial por el Trabajo Decente, sindicatos de todo el mundo lanzarán conjuntamente un llamamiento mundial a favor de los derechos en el trabajo. Situaremos en primer plano las grandes tradiciones de solidaridad que han sido la piedra angular del sindicalismo desde sus comienzos, y que resultan esenciales para resolver los problemas a los que se enfrenta el mundo en nuestros días. Demostraremos que el trabajo decente es esencial para poner fin a la pobreza y garantizar la igualdad para todos los hombres y mujeres, y dejaremos constancia de nuestro compromiso inquebrantable a la solidaridad con los marginados y los desposeídos. Seguimos aspirando a un mundo mejor y renovamos nuestro compromiso a hacerlo realidad por medio de una acción unificada de los trabajadores y trabajadoras procedentes de todos los rincones del planeta.


La CSI representa a 168 millones de trabajadores y trabajadoras en 155 países y territorios, y cuenta con 311 afiliadas nacionales.

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