Entrevista en primer plano de Esther Stevens (SADSAWU - Sudáfrica)

“Las trabajadoras domésticas tienen que atreverse a enseñarle a sus empleadores”

Esther Stevens, que lleva 45 años trabajando como empleada doméstica, es la Presidenta del Sindicato Sudafricano de Trabajadores Domésticos, SADSAWU (1). Nos explica las dificultades pero también la importancia de sindicalizar a esta categoría de trabajadores y trabajadoras, que es una de las más explotadas.

¿Es difícil en Sudáfrica formar sindicatos de trabajadores y trabajadoras domésticas?

Actualmente contamos con 25.000 miembros que pagan una cotización de 120 rands (12 euros) anuales y la gran mayoría de ellos son mujeres. No fue fácil llegar a esas cifras porque las trabajadoras tienen miedo de afiliarse a un sindicato. Tenemos que explicarles detenidamente hasta qué punto les conviene afiliarse, recordándoles, por ejemplo, las injustas prácticas laborales que tienen lugar cotidianamente en Sudáfrica. Las trabajadoras que nunca antes asistieron a una reunión sindical, no saben cómo defenderse, desconocen sus derechos, pero al explicárselos, comprenden muy rápidamente la ventaja de afiliarse. Por ejemplo, en caso de que las despidieran, se limitarían a irse de su trabajo, sin saber que el empleador tiene que pagarles y que no tiene derecho de echarlas de un día para el otro. Esto es así sobre todo desde el cambio de legislación que conseguimos para protegerlas. Tienen derecho de permanecer en el domicilio del empleador durante un mes mientras buscan otro empleo.

¿Cuáles son los principales servicios que brindan a sus miembros?

Les proporcionamos cursos de formación, por ejemplo, sobre cómo defenderse en las discusiones sobre las horas extraordinarias, el salario, etc. También les brindamos formación para que el día de mañana puedan ser dirigentes. Impartimos asimismo cursos sobre el VIH/SIDA donde les decimos principalmente a nuestros afiliados y afiliadas que si un empleador les pide que se hagan un análisis para determinar si lo tienen, pueden negarse e inclusive hacerle juicio si ese empleador trata de imponerles que se hagan el análisis contra su voluntad.

Las trabajadoras domésticas generalmente están aisladas. ¿Cómo consiguen ponerse en contacto con ellas y reunirlas para impartir los cursos de formación?

Los cursos de formación tienen lugar durante los fines de semana o los feriados. Cuando disponemos de los medios necesarios, las llevamos al campo a fin de que puedan descansar del estrés de las ciudades. Lamentablemente, no todas tienen franco los fines de semana. La legislación laboral estipula que no se puede trabajar más de 45 horas por semana y que toda hora que exceda ese límite se debe remunerar a una tarifa más alta, pero no todos los empleadores respetan esa disposición. En la práctica, a la mayoría de las trabajadoras y trabajadores domésticos no se les da franco ni los sábados ni los domingos. Nos ponemos en contacto con ellos mediante panfletos que repartimos en los trayectos que los trenes hacen en los barrios pobres, en los supermercados, etc. También procuramos formar pequeños comités de calles que distribuyen los folletos puerta a puerta. A veces eso resulta difícil pero en mi calle, por ejemplo, hay unas 100 trabajadoras domésticas. Me pongo en contacto con dos o tres de ellas, que a su vez les cuentan a las demás, van pasando el mensaje anunciando las actividades que se llevarán a cabo, como por ejemplo, una reunión en un determinado lugar. En mi caso, organizo reuniones en mi propia habitación. Allí es donde comienzo a explicarles lo importante que es afiliarse a un sindicato.

¿Tienen establecida una relación de colaboración con las confederaciones sindicales sudafricanas?

En este momento no estamos afiliados a ninguna confederación. En 1985, el sindicato de trabajadores domésticos fue el primero que se afilió a la COSATU pero tuvimos dificultades en materia de administración financiera que nos hicieron abandonar la afiliación. Pensamos volver a afiliarnos en un futuro. Entre tanto, la COSATU nos permite participar en todas sus reuniones, lo que constituye un hermoso gesto de su parte. También colaboramos con la COSATU y con otras organizaciones para acompañar a las trabajadoras domésticas que comparecen ante la justicia. Las trabajadoras domésticas no se atreverían a entablar juicio solas, les temen demasiado a sus empleadores. Es necesario acompañarlas porque, de lo contrario, aceptarían cualquier suma que quisieran pagarles los empleadores.

¿Qué salarios tienen las trabajadoras domésticas?

Hemos tratado de conseguir que se estipulara un mínimo de 1.500 rands (150 euros) mensuales para las trabajadoras y trabajadores domésticos pero el gobierno nos contestó que, de hacerlo, habría desempleo. Decidió que los trabajadores domésticos de Johannesburgo y El Cabo tienen que ganar 950 rands mensuales y nada más que 600 en las zonas rurales. A pesar de que esos salarios son bajísimos, no resulta fácil conseguir que se los pague. Las trabajadoras que están al servicio de las mismas personas desde la época del apartheid ganan todavía menos.

¿Cómo se logra afiliar a una trabajadora doméstica?

Algunos empleadores y algunas trabajadoras o trabajadores domésticos publican anuncios. A propósito de esto, sigue habiendo todavía muchas trabajadoras que no tienen empleo, especialmente en las zonas rurales, y a la mayoría se las contrata por intermedio de agencias de empleo. Bajo el régimen del apartheid esas agencias y su correspondiente inscripción ya constituían un problema. Cualquier persona puede poner una agencia: Basta con tener un teléfono, un fax, un escritorio y una silla. Eso le da derecho a la persona a inscribirse ante las autoridades como agente que proporciona mano de obra. En la ciudad de El Cabo, donde yo trabajo, las agencias mandan vehículos a las regiones rurales donde tienen encargados de encontrarles personas dispuestas a trabajar en la ciudad. Una vez llegados a El Cabo, a esos trabajadores y trabajadoras se los hacina en una habituación y después, los representantes de la agencia les piden que se pongan en fila para que puedan verlos los potenciales empleadores, que les hacen preguntas sobre sus calificaciones y eligen a quienes prefieren. El empleador tiene que pagar a la agencia 300 rands (30 euros) por empleada y le deduce esa cantidad a la pobre trabajadora de sus primeros meses de sueldo. A veces, las trabajadoras domésticas aceptan ganar nada más que 200-300 rands mensuales porque desconocen lo que estipula la ley. Hacen lo que sea para conseguir trabajo a fin de ayudar a los familiares que dejaron en sus aldeas.

Esas agencias de contratación a veces se llevan a la ciudad a menores de 18 años aunque la ley estipula que no se puede hacer trabajo doméstico antes de esa edad. Queremos que se cierren esas agencias porque explotan a los trabajadores y trabajadoras. Las agencias son legales porque el gobierno las inscribe aunque sabe bien lo que sucede. Hemos planteado la cuestión ante el Ministerio de Trabajo pero no obtuvimos ningún resultado. Todos hacen oídos sordos a nuestros reclamos.

¿Cómo comenzó a desarrollar actividades en el sindicalismo?

Al principio no sabía absolutamente nada de sindicalismo. Comencé a trabajar como doméstica a los 14 años. Tuve que dejar la escuela en quinto grado. Hasta que empecé a trabajar, no tenía idea de lo dura que era la tarea. Un día, en El cabo, vi que la policía arrojaba gases lacrimógenos sobre manifestantes que se dirigían hacia el Parlamento. No sabía qué sucedía pero había mucha gente. Se dispersaron y les pregunté qué pasaba. Me dijeron que luchaban para conseguir un salario decente, mejor trato para los trabajadores y trabajadoras, etc. Me afilié al sindicato en 1984 y luego de ser nada más que una persona que pagaba sus cotizaciones, comencé a ir a las reuniones y terminé por hacerme militante activa. En 1996 me eligieron Vicepresidenta.

¿Reaccionó bien su patrona ante sus actividades sindicales?

Tengo la suerte de tener una buena patrona… ¡y a lo largo de los años le enseñé mucho! Cuando volví a casa tras haber sido electa y le di la noticia, me felicitó. Nos sentamos a charlar y le mostré el calendario de reuniones por las que tendría que salir de la ciudad. Hicimos una fotocopia que colocamos en la puerta del refrigerador para que ella supiera los días en que yo tendría que ausentarme. Tenemos una buena relación. En 1995 me eligieron para representar a la COSATU en una reunión de una semana sobre las cuestiones de igualdad de géneros que se llevaría a cabo en Bruselas y Río. En un principio mi patrona no quería que fuera pero le dije que aunque me costara el empleo, ésa era una oportunidad única de ir al extranjero para mí, trabajadora doméstica. Sin tomar en cuenta lo que ella me decía, solicité mi pasaporte. No iba a permitir que nada me detuviera. Mis empleadores no podían hacer nada porque me tienen confianza: soy honesta. Nunca les robé nada. Comencé a trabajar con ellos en 1991 y allí sigo. Tengo acceso a todos los rincones de la casa, manejo las alarmas, vigilo la vivienda cuando se ausentan durante el fin de semana...

¿Qué la motivó a hacerse sindicalista?

Aprendí a defenderme en el lugar de trabajo. No necesito que los empleados del sindicato vengan a defenderme porque gracias a las reuniones y seminarios aprendí a defenderme sola. Ahora se lo enseño a las demás trabajadoras domésticas pero les digo que lo hagan de manera ordenada: En primer lugar, tienen que comunicarle calmamente a sus empleadores que tienen un reclamo que hacerles y después tienen que tratar de llegar a un acuerdo.

Las trabajadoras domésticas generalmente están en una posición muy vulnerable. ¿Cómo logran negociar?

La empleada doméstica trabaja en estrecho contacto con su empleador. Conoce sus estados de ánimo y se da cuenta cuando está de mal humor. Cuando veo que la patrona está de buen humor, le ofrezco hacerle una taza de té... me pregunta por qué y le digo que quisiera hablar con ella. Ella me dice cuándo dispone de tiempo para hacerlo. El problema más grande es que las trabajadoras domésticas generalmente prefieren irse del trabajo sin intentar discutir. Yo les aconsejo que no huyan: hay tantas maneras de proceder... Si realmente el empleador no quiere hablar, le sugiero a la trabajadora doméstica que, si sabe escribir, le deje a su patrona una nota sobre la cama o sobre la almohada. Ésta no podrá dejar de verla y quizás así acepte conversar.

Muchas trabajadoras domésticas no se atreven a decir lo que les pasa. El Primero de Mayo no es un día laborable en Sudáfrica pero a muchas trabajadoras domésticas no se les da franco. A veces me pregunto cuando se atreverán finalmente a “enseñarle” a sus empleadores, por ejemplo, dándole una palmadita en la espalda al tiempo que les dicen “hoy es feriado”. Les explico a nuestros miembros que nadie las ayudará si no ponen algo de su parte, que el empleador no puede saber que tienen un problema si no se lo dicen.

¿Cuáles son las dificultades del oficio de trabajadora doméstica?

Trabajo como empleada doméstica desde los 14 años y ahora tengo 59. Es un oficio muy duro, sobre todo cuando no se tiene experiencia previa. Algunos empleadores le dan a una tanto trabajo, sin pensarlo dos veces, ¡que una se pregunta si quieren matarla! Por ejemplo, a veces una trabaja en una casa grande y por experiencia sabe que hacen falta por lo menos dos personas para mantenerla pero el empleador se niega a tomar otra persona. Además, no hay que olvidar que la actitud desdeñosa que casi siempre se adopta hacia la trabajadora. En los países occidentales, en general el empleador le ofrece a una trabajadora por lo menos una taza de té. En Sudáfrica, el empleador no le da nada y no hace nada solo... no lava ni una taza. Todo lo tiene que hacer la trabajadora doméstica y si ésta se queja, se le responde que para eso se le paga. A veces es realmente demasiado. A mí se me permite planificar las tareas de la semana pero en la mayoría de los casos no es así. Es triste escuchar las situaciones por las que tienen que pasar otras trabajadoras domésticas, sobre todo las que desconocen sus derechos. El empleador todavía no denomina “trabajadora” a la persona que está a su servicio, sigue llamándola “sirvienta” o algo parecido y a algunas se las hace trabajar como esclavas.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau


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(1)South African Domestic Service and Allied Workers Union