Respondiendo a las inquietudes respecto a una posible implosión del sector financiero y una importante desaceleración económica global, la CSI y sus asociados en la Agrupación Global Unions pidieron al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, durante las Reuniones de Primavera de 2008, que ambas instituciones destinen una ayuda considerablemente superior para aquellos países que intentan proteger a sus trabajadores y ciudadanos, particularmente los más vulnerable, frente al impacto de la crisis económica.