Si nos exponen, expondremos sus prácticas

Es un asesino que mata varias veces por minuto. Aunque la mayoría de esas muertes podrían evitarse con un esfuerzo mínimo, la adopción de medidas preventivas es sistemáticamente bloqueada. Ese asesino, afirma la Secretaria General de la CSI, Sharan Burrow, es el cáncer profesional y la combinación de publicidad tóxica y fallos reglamentarios, que ya han condenado a otra generación a una muerte prematura.

Es un asesino que mata varias veces por minuto. Aunque la mayoría de esas muertes podrían evitarse con un esfuerzo mínimo, la adopción de medidas preventivas es sistemáticamente bloqueada. Ese asesino, afirma la Secretaria General de la CSI, Sharan Burrow, es el cáncer profesional y la combinación de publicidad tóxica y fallos reglamentarios, que ya han condenado a otra generación a una muerte prematura.

El cáncer profesional no es una enfermedad misteriosa. Existe un acervo de información, recabada durante varios decenios, sobre sus causas, y ha habido suficientes alertas tempranas para evitar la aparición de una nueva generación de asesinos. Sin embargo, observamos que no solo no se han adoptado las medidas de prevención necesarias, sino que habrá un número histórico de personas que desarrollarán tumores por su actividad profesional debido al muro de negación y engaño al que nos enfrentamos.

La razón es tan simple como apabullante. Mientras pueda seguir obteniendo beneficios, la industria seguirá defendiendo la fabricación de uno de los productos más mortales de la historia.

Consideremos el caso del amianto (asbesto). En mayo de 2015, la industria del amianto crisótilo logrará, con toda seguridad, que un número suficiente de gobiernos baile a su son para que ese producto no se incluya en la lista de exportaciones peligrosas de un Tratado de las Naciones Unidas. No se trata de una prohibición sino de una advertencia obligatoria sobre el peligro para la salud que representan las exportaciones de amianto. Este es un típico ejemplo de lo que la industria es capaz de hacer para proteger sus mercados. La producción mundial de amianto no solo no disminuye, sino que en algunos países como la India, Indonesia y Brasil, su consumo ha aumentado.

Como en el caso del amianto, sabemos desde hace más de cincuenta años que el benceno causa cáncer. No obstante, eso no ha impedido que la industria defienda su uso. Las empresas más grandes de la petroquímica - British Petroleum (BP), Chevron, ConocoPhillips, ExxonMobil y Shell Chemical – contribuyeron a la realización de un importante estudio al que se dio mucha resonancia en buena parte de la década pasada, concebido para evitar las reclamaciones de indemnización por cáncer y proteger su valioso producto de reglamentos más estrictos. Es un cálculo corporativo de pérdidas y ganancias en el que somos siempre nosotros los que salimos perdiendo.

Esas empresas cuentan con numerosos aliados en el gobierno, por lo que los problemas del pasado seguramente se plantearan también en el futuro. La Comisión Europea ha bloqueado la revisión de las normas de la UE relativas a la exposición a sustancias carcinógenas y mutágenas en el lugar de trabajo, alegando como motivo una “mejora de la reglamentación”, de tal forma que solo se han fijado límites de exposición europeos para tres productos químicos cancerígenos. En los Estados Unidos, las propuestas oficiales para reforzar los límites de exposición incluso para las sustancias más peligrosasestán aparcadas en interminables procesos de consulta que la industria se complace en alargar durante decenios para satisfacer sus intereses.

Todo esto pone de manifiesto la receptividad de las autoridades reglamentarias a los alarmistas e infundados estudios realizados por las empresas, y la desesperante insensibilidad ante el importante costo humano y las temibles – y mortales – consecuencias de esa inercia reglamentaria.

Estamos ante un proceso de parálisis bien planificado. En cuanto se plantean propuestas de controles más estrictos, aparecen los representantes del sector o sus ejecutantes para cuestionar las pruebas científicas y predecir una catástrofe económica.

Es una artimaña cínica pero generalmente exitosa, porque la catástrofe es real, aunque principalmente humana. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que el cáncer profesionalresultante se cobra cada año más de 660.000 vidas, aunque muchos estiman que la cifra es considerablemente mayor. Es una epidemia que podría seguir haciendo estragos durante al menos una generación más, ya que la exposición actual solo desvela su legado cancerígeno decenios después.

Que se trate de la sílice o de los gases de diésel, de tintes o metales, no hay ni productos alternativos ni controles adecuados. Antes bien, las nuevas industrias cometen los mismos errores del pasado. El año pasado, Samsung se disculpó cuando se descubrió que el subproducto de sus líneas de producción de alta tecnología era el cáncer de la sangre. No fue sino hasta septiembre del año pasado que Apple, la empresa más rentable del mundo, aceptó retirar el benceno de solo algunos de sus procesos de producción.

Las estadísticas oficiales indican que el cáncer afecta principalmente a los operarios hombres. Pero las estadísticas, como la industria, no cuentan toda la verdad. Por ejemplo, las sustancias químicas que provocan alteraciones endocrinas se asocian con los índices más elevados de cánceres de mama registrados en mujeres que trabajan en diversos sectores como la agricultura, el plástico, el envasado de alimentos, la transformación de los metales, los bares y el sector de juegos de azar. La respuesta de esos sectores no ha sido el respaldo a la adopción de medidas preventivas; han encomendado estudios específicos a sus científicos paraimpugnar las propuestas de reglamentación más estricta. La prevención no es una prioridad política y, por ahora, los cuerpos de las mujeres que se han visto afectadas en todos los sentidos por esa situación importan poco.

El cáncer no forma parte del paquete de indemnizaciones que los sindicatos están dispuestos a aceptar. En 2007, Global Unions lanzó la campaña Cáncer cero en el trabajo, que dio lugar a actividades a escala nacional e internacional que ponían de relieve las causas del cáncer profesional y daban un nuevo impulso a las acciones de cabildeo a favor de mejores leyes y estrategias de prevención.

En España, CC.OO. lanzó su propia campaña Cáncer cero en el trabajo. En Australia, la federación sindical nacional, ACTU lanzó una campaña similar y una serie de seminarios continuos en todo el país. Los sindicatos europeos presionaron por una mejora de la legislación y por el establecimiento de nuevos límites, más estrictos, para los 50 productos carcinógenos conocidos. Todo ello vino a consolidar una tradición sindical que se remonta a varios decenios y que incluye la declaración de “guerra contra el cáncer” del UAW, el sindicato estadounidense, en 1980 y la campaña “un veneno de todos los demonios” de Uniforen Canadá. En el marco de estas campañas los sindicatos se han negado a trabajar para algunos de los peores infractores y han hecho presión para obtener prácticas laborales más seguras para el resto de las empresas.

Para los sindicatos, esta es una cuestión de fondo. La exposición a sustancias peligrosas en el lugar de trabajo, desde las infecciones a virus como el del Ébola hasta los plaguicidas y solventes, matan más que los “accidentes” laborales. La OIT estima que unos 2,3 millones de personas mueren cada año en todo el mundo como consecuencia de sus actividades profesionales. De ese total, 2 millones mueren de enfermedades profesionales, entre las cuales figuran los trastornos circulatorios, los cánceres y las enfermedades pulmonares, que son las que más muertes causan en el lugar de trabajo.

El 28 de abril de este año, el día internacional de campaña en que los sindicatos se comprometen a “recordar a los muertos y luchar por los vivos”, se prestará una atención especial a los daños causados por los productos tóxicos en el lugar de trabajo.

Un nuevo manual de la CSI, ‘Trabajo tóxico: no más exposición mortal” explica los motivos por los que queremos suprimir toda forma de exposición a sustancias mortales en el lugar del trabajo y la manera de hacerlo. La estrategia sindical se centra en una participación activa de los trabajadores, impulsada por los sindicatos, con miras a encontrar soluciones y a ponerlas en práctica.

Un nuevo sitio web sobre el cáncer en el lugar de trabajo, apoyado por la CSI, www.cancerhazards.org, ofrece a los representantes sindicales las noticias más recientes sobre el cáncer profesional, incluidas las pruebas científicas más recientes y las iniciativas sindicales para luchar contra ese flagelo en el lugar de trabajo. Los sindicatos del mundo entero están realizando sus propias campañas y produciendo sus propias adiciones a la carpeta de materiales sobre la prevención. El 28 de abril será el comienzo, y no el fin, de ese proceso.

La exposición a sustancias tóxicas en el lugar de trabajo no es algo inevitable. La economía de más de 40 países, incluidos los de la Unión Europea, funciona perfectamente sin amianto. ¿Por qué no se ofrece a los trabajadores de la India, del Brasil o de Sri Lanka la misma protección, el mismo respeto por su salud? En un estudio publicado este año en la revista Respirology, se advertía del “tsunami asiático” que podrían suponer las enfermedades debidas al amianto en ese continente, dada la campaña de ventas de ese producto, impulsada por la industria, que pone de manifiesto su elevado costo y escasa ética. Los trabajadores no serán las víctimas de la mala suerte, sino del comportamiento irresponsable y criminal de las empresas.

Como conclusión, diré lo siguiente. Entre las empresas más rentables del mundo, hay algunas que no solo defienden sus productos tóxicos sino también la adopción de normas de exposición menos estrictas, lo que implica que mientras ellas obtienen beneficios, ustedes pagan las consecuencias. Esta situación no es ética, no es sana y no es lo que negociamos. Hacemos esta promesa: si ustedes nos exponen, nosotros expondremos sus prácticas.

Obtenga más información sobre las actividades sobre la salud y la seguridad laborales de la CSI y sobre las actividades del 28 de abril.