Primer plano de Zita Cabais-Obra (Francia-CFDT)

“Quédense con mi pasaporte y con su dinero. ¡Nos veremos en los tribunales!”

Como millones de jóvenes filipinas, Zita Cabais-Obra dejó su país para ganarse la vida y poder satisfacer las necesidades de sus hijos. Como empleada del hogar en París sería objeto de graves explotaciones antes de lograr escaparse y obtener el apoyo del sindicato francés CFDT (1). Actualmente es Secretaria General de la sección de la CFDT para los asalariados de empleadores particulares de Île de France. Encuentro (2).

¿Cuál había sido su recorrido antes de llegar a Francia?

Con 13 años me convertí en empleada del hogar en mi país de origen, Filipinas. No pude continuar con mis estudios porque mis padres no disponían de los medios económicos para mantenerme. Yo era la segunda de nueve hermanos. Me casé a los 19 años y tuve cuatro hijos. La pobreza que reina en Filipinas me obligó a marcharme al extranjero en 1994, para ganar dinero y hacer que mis hijos pudieran terminar sus estudios. Pensaba ir a París pero desgraciadamente, cuando llegué a Budapest (Hungría) me di cuenta de que mi visado no me permitía ir más lejos. Para llegar a Francia no tuve más remedio que seguir a unos contrabandistas desde Budapest. Crucé Eslovenia, Suiza e Italia a pie. Caminamos en pleno invierno, atravesando bosques, viñas, fronteras e incluso ríos con el agua hasta los hombros. ¡Acabé completamente agotada! El viaje me costó 10.000 dólares y tardé más de un mes en llegar a Francia.

¿Con qué condiciones de trabajo se encontró cuando llegó?

Fui contratada como empleada del hogar por una familia que vivía en los magníficos barrios del distrito XVI de París. Trabajaba a menudo desde las siete de la mañana hasta las doce o una de la mañana. Los dos últimos años no me pagaron nada – mis empleadores se habían quedado con mi pasaporte y me decían que se iban a ocupar de mis papeles. Me habían prohibido hablar con extranjeros, sobre todo con la guardia del edificio, que veía que estaba cada vez más pálida, cada vez más frágil. Fue gracias a ella que un día comprendí mi situación, y fue también gracias a su declaración que más tarde ganaría el juicio.

El mes de marzo de 1999 mis empleadores me pidieron que hiciera una limpieza a fondo de la casa, y ahí fue cuando encontré mi pasaporte escondido en un cajón. Cuando hablé del tema con mi jefe, se enfureció y me tiró una silla a la cara. No me lesionó ¡pero pasé mucho miedo! Ya no me sentía segura allí. El 15 de abril de 1999 me escapé.

Estaba desamparada: sin trabajo, sin alojamiento y ya no me quedaba dinero para enviar a mis hijos. Enfermé y fui hospitalizada. En el hospital no recibía ninguna visita, no tenía forma de ponerme en contacto con mi familia, ¡estaba sola! La única cosa que tenía era valor. Al salir del hospital tuve la suerte de encontrarme en el metro con una señora en casa de la cual había hecho varias veces baby-sitting los fines de semana. Me preguntó lo que me pasaba. Se lo conté todo y ella me ayudó en mis gestiones hasta llegar a la CFDT, donde me hice activista.

¿Cómo se desarrolló el pleito contra sus empleadores?

Cuando supe que me habían acusado de robo me entró mucha indignación. Me puse en contacto con ellos para saber por qué estaban contando a los niños que yo era una ladrona, cuando en realidad eran ellos los que me habían quitado el pasaporte y los que me debían varios sueldos que no me habían pagado. Me dijeron que no tenían nada que arreglar conmigo ni nada que devolverme. Les respondí: “De acuerdo, quédense con mi pasaporte, quédense con su dinero. ¡Nos veremos en los tribunales!”, y les colgué el teléfono.

En mayo de 2001, en el Tribunal de Conciliación Laboral de París, cinco minutos antes del juicio, mis empleadores intentaron sobornarme diciéndome: “¿Cuánto dinero quiere a cambio de anular el juicio?”. Les dije: “¡No quiero su dinero, lo único que quiero es la realidad de la justicia!”. Fueron juzgados, pero no como yo me esperaba. La sentencia no me concedía más que el pago de la mitad del tiempo de trabajo que había consagrado a mis empleadores. Así que decidí apelar. Escribí a la Sra. Chirac, la esposa del por aquel entonces presidente francés, para que me aconsejara. Me respondió y me animó mucho. El proceso continuó y gracias al apoyo de la CFDT, en febrero de 2003 ganamos el juicio ante el Tribunal de Apelación de París. La sentencia me acordó el pago de todas las horas trabajadas, daños y perjuicios por ruptura abusiva de contrato y por la no observación del procedimiento de despido, el pago de las vacaciones que me correspondían, etc.

Entretanto usted asumió diversas responsabilidades en el seno de la CFDT…

Sí. En 2000, como llevaba varios meses siendo activista, fui elegida miembro del consejo sindical del Syndicat CFDT des Salariés du Particulier Employeur de l’Île de France (3) y miembro de la comisión de la sectorial. En octubre de 2003 fui elegida Secretaria General. En estos momentos estoy desempeñando mi tercer mandato. Desde enero de 2004 soy también permanente de la Fédération des Services CFDT.

¿Qué tipos de acciones lleva a cabo su sindicato para prestar ayuda a las trabajadoras del hogar?

Mi sindicato agrupa tres sectores profesionales: los empleados del hogar, los asistentes infantiles y los asalariados de las empresas de servicio a particulares en el sector privado. Nuestro objetivo es dar a conocer o que se reconozca la importancia de estas tres ocupaciones en la sociedad francesa por medio de la profesionalización de las mismas. En el plano nacional contamos hoy en día con más de 2.000.000 de asalariados en este sector, de los cuales el 45% se encuentra en Île de France, sin contar con la considerable masa de trabajadores no declarados.

Nuestra ambición es conseguir que estos trabajadores y trabajadoras puedan salir del aislamiento que hace que sean tan vulnerables; mejorar sus condiciones de trabajo y procurar que la sociedad cambie la percepción que tienen de estos hombres y estas mujeres que asumen verdaderas responsabilidades y que desempeñan unas tareas útiles para todos. Estos trabajadores son aún más vulnerables si tenemos en cuenta que el 85% de ellos son extranjeros y que no conocen ni el idioma ni la ley del país, de modo que no pueden expresar su sufrimiento. Nuestro sindicato informa a estos asalariados aislados distribuyendo folletos informativos a la salida de las escuelas, en las plazas, en los parques donde van a pasear con los niños que cuidan. Quedo con ellos individualmente, para ir a verlos a su domicilio, o bien los invito a que vengan a nuestras permanencias los sábados. Animo con insistencia a todos estos asalariados a que sigan cursos que les permitan aprender la lengua francesa, tal y como hice yo misma.

Estos últimos años se han denunciado en Francia varios escándalos en los que se acusan a empleadores de trabajadoras del hogar protegidos por la inmunidad diplomática...

Nos hemos dado cuenta de que cuando los empleadores pertenecen a una determinada elite de la sociedad, beneficiándose concretamente de la inmunidad diplomática, más difícil es que las trabajadoras del hogar víctimas de la explotación puedan escaparse. La mayoría de las veces se encuentran en unas condiciones inaceptables; algunos/as son secuestrados/as. Los meses de verano están especialmente cargados con la llegada a París de turistas extranjeros que vienen de vacaciones y que tienen los medios para alojarse en palacios con sus trabajadoras del hogar. Algunos de estos trabajadores aprovechan la ocasión para escaparse. Recibo muchas llamadas y avisos a través de asociaciones como el Comité Contra la Esclavitud Moderna (4), asociaciones que no pueden tratar este tipo de casos

Me gustaría citar el ejemplo de una joven indonesia, Leila, que estaba empleada hace más de diez años por un diplomático extranjero que trabajaba en Francia. Explotada y maltratada, llegó a nosotros a través del Comité Contra la Esclavitud Moderna. La CFDT trató y defendió su caso ante el Tribunal de Conciliación Laboral de París. Logramos ganar cada una de las etapas del proceso, pero Leila no pudo obtener, por aquel entonces, la ejecución de estas decisiones por parte de su antiguo empleador. Tanto sus propuestas amistosas como las órdenes presentadas por los agentes judiciales se escudaron en el estatuto diplomático del empleador. Éste estaba protegido por la inmunidad de ejecución prevista por el Convenio de Viena del 18 de abril de 1961. Sin embargo la CFDT no abandonó la batalla judicial y hoy día, después de más de 10 años, Leila está a punto de obtener el pago de las sumas que se le deben. Para ello tuvimos que reclamar reparación ante el Estado francés (en el Ministerio de Asuntos Exteriores) por los perjuicios que los compromisos asumidos por Francia en el marco de la Convención de Viena causaban a Leila. El Consejo de Estado nos apoyó en nuestro razonamiento.

¿El origen de determinados casos de explotación de trabajadoras del hogar podría ser la trata de personas?

Sí, y eso no se limita a las víctimas de ricos empleadores extranjeros que están de paso en Francia, ni a las que trabajan en el domicilio de empleadores particulares que viven en los barrios pudientes. Están también las víctimas, por lo general muy jóvenes, que llegaron con su familia de África, de Asia, de América Latina o de otras partes del mundo, con un visado de turista. Se encuentran explotadas, a veces maltratadas por su propia familia, sus allegados o ambiguas parentelas, durmiendo en el suelo de la cocina, en el cuarto de baño, trabajando como animales sin tener derecho a siquiera asomarse a afuera, como le sucedió a Fatoumata, una camerunesa de unos 20 años. En estos casos también las condiciones de vida son inaceptables, por no decir intolerables. Fatoumata terminó escapándose. Yo me hice cargo de proporcionarle un alojamiento provisional. Consiguió encontrar un trabajo ocasional para sobrevivir. Le ayudé a recuperar el pasaporte que le habían confiscado y, después, a regularizar su situación.

En el marco de la ley del Gobierno francés aprobada en noviembre de 2007, hemos ayudado, en nombre de la CFDT, a unos 50 asalariados sin papeles a presentar sus casos ante la prefactura para obtener su regularización, con el fin de que no se encuentren solos ante la Administración. El 98% de ellos ha conseguido que se accediera a sus demandas.

En lo concerniente a las personas víctimas de la explotación o de la esclavitud moderna, mi experiencia personal es una herramienta que me permite actuar eficientemente en el seno del sindicato, con conocimiento de causa. Emprendemos numerosas acciones legales a fin de que los daños y perjuicios sufridos por las víctimas reciban reparación.

(1) Confédération française démocratique du travail

(2) Esta entrevista está basada en una intervención efectuada por Zita Cabais-Obra durante una conferencia de la OSCE en Viena, en junio de 2011

(3) La ÎIle de France agrupa ocho departamentos franceses, e incluye concretamente la región parisina.

(4) http://www.esclavagemoderne.org/

La CSI, tras la histórica aprobación del Convenio núm. 189 de la OIT relativo a los trabajadores y trabajadoras del hogar en la Conferencia de la OIT en junio de 2011, inició la campaña “12 para 12” con el objetivo de obtener 12 ratificaciones para el año 2012 de este Convenio núm. 189. La campaña ha sido organizada en colaboración con IDWN, UITA, ISP, CES, Human Rights Watch, Solidar, Migrant Forum Asia y Solidaridad Mundial. Visite nuestra página web dedicada a la campaña “12 para 12” y encuéntrenos en Facebook “12 >12”