Primer plano de Barnes Dlamini, Presidente de la federación sindical SFTU (Swaziland Federation of Trade Union)

“Lo más importante para ellos es instaurar el miedo entre los ciudadanos”

La represión de las actividades sindicales en Swazilandia continúa agravándose. Arrestos arbitrarios, amenazas y palizas se suceden para silenciar a los activistas. Barnes Dlamini, Presidente de la federación sindical SFTU (Swaziland Federation of Trade Union), ha sido detenido en varias ocasiones este año. A continuación hace un análisis de esta situación.

Swazilandia destaca con regularidad por las graves violaciones que se comenten contra la libertad sindical. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

Los problemas sociales que existen en Swazilandia se originaron en 1973, cuando el rey por aquel entonces, Sobhuza II, publicó un decreto que ponía término a todas las actividades políticas del país. Esta legislación sigue estando en vigor hoy en día. Es preciso que se recuperen las libertades políticas porque, en el contexto actual, los sindicatos son los que tienen la responsabilidad de abordar estas cuestiones, dado que los temas sociales y los temas políticos están muy unidos.

Nos vemos igualmente confrontados a la Ley de Orden Público de 1963, que otorga a las fuerzas de seguridad la posibilidad de poner término a cualquier reunión a partir del momento en que consideren que es de naturaleza política. Abusan de esta facultad, hasta tal punto que ya no tenemos la posibilidad de mantener reuniones ni de tener acceso a los medios de comunicación. Cuando se adoptó esta ley, su objetivo era los partidos políticos, pero ahora que ya no existen la utilizan contra nosotros.

Con semejante escenario, en Swazilandia no hay un verdadero diálogo social.

Un diálogo social requiere el respeto de los derechos sindicales. Sin embargo la situación no ha dejado de deteriorarse …

Este último año se han llevado a cabo en Swazilandia muchas acciones de protesta de naturaleza económica o social. La crisis económica mundial ha engendrado medidas drásticas en todos los países, pero en Swazilandia, como consecuencia de los consejos del FMI, el Gobierno anunció que iba a suprimir 7.000 puestos de trabajo en el sector público. Aunque está dudando en pasar a la acción, concretamente debido a las elecciones previstas para 2013, el triste ejemplo de Grecia demuestra que los Gobiernos siguen aplicando este tipo de “consejos” del FMI. Por otra parte hay que señalar los enormes gastos en cosas inútiles que realizan el Rey y las autoridades, gastos que no benefician a los ciudadanos de Swazilandia. Antes de tomar medidas drásticas es necesario que se apliquen recortes a esos gastos. Nos hubiera gustado implicarnos en la decisión, a través de un diálogo social creíble, pero no ha podido ser, así que los sindicatos han llevado a cabo acciones de protestas, que a menudo han sido reprimidas por la policía y el ejército.

A mi me han detenido en varias ocasiones, al igual que a varios de mis compañeros sindicalistas. Algunas reuniones sindicales fueron desestabilizadas y los participantes estuvieron detenidos durante dos o tres días. A algunos de los participantes en las acciones de protesta se los llevaron en camión y los abandonaron en medio de la noche en lugares alejados y desconocidos, en medio del campo, después de confiscarles el teléfono móvil. Esto les ha sucedido incluso a personas mayores. Parte de los dirigentes fueron detenidos, golpeados y arrestados sin cargos.

¿Cuáles han sido los arrestos más destacados de 2011?

Del 12 al 14 de abril de 2011, por ejemplo, organizamos una manifestación para protestar contra los recortes salariales en la enseñanza. Había unas 1.500 personas en las calles de la capital, pero se presentaron los militares y la policía. No se atreven a golpear a las personas en público porque la gente podría hacer fotos con el móvil y hacerlas circular por internet; lo que hacen es que una decena de policías rodean a una persona y se la llevan. Muchos de nuestros miembros han sido intimidados, golpeados y llevados a lugares alejados.

A mi me arrestaron, al igual que a otros dirigentes. Los representantes de las fuerzas del orden vinieron primero a mi domicilio el 11 de abril, a eso de las tres de la mañana. Querían registrar mi casa pero no tenían una orden de registro. Yo los autoricé a hacerlo y después se marcharon. La mañana del 12 de abril, primer día de la manifestación, me interceptaron cuando me dirigía hacia el lugar de las protestas y me llevaron a la comisaría de la policía, donde estuve detenido unas nueve horas. Después me llevaron a casa y cuatro policías montaron guardia en la entrada de mi domicilio para asegurarse de que no saliera durante tres días.

El 14 de mayo, durante una reunión celebrada en el marco de la fundación de la federación única se presentaron 14 policías para decirnos que la reunión no era legal. Volvieron a arrestarme y estuve detenido hasta las 17h.

Durante la Semana de Acción Mundial sobre Swazilandia, que tuvo lugar del 1 al 6 de septiembre, los manifestantes fueron apaleados durante el segundo día de protesta. Algunos de los compañeros que vinieron desde Sudáfrica y Zimbabwe para apoyarnos fueron arrestados y deportados.

En octubre, la policía llegó incluso a prohibir una sesión de oraciones que habíamos organizado en vísperas de una jornada de protesta con el pretexto de que esta vez hacía falta una autorización... ¡para rezar por nuestra causa!

¿Le maltrataron durante los arrestos?

Te hablan de forma muy brusca. Van sacando a las personas de la celda, una a una, y entonces te encuentras en una sala con muchos policías. El 14 de mayo insistí para que sólo me arrestaran a mí. Llamé al Ministro de Trabajo desde mi teléfono móvil amenazándole con denunciar todo ante la OIT si no ponía fin a estas intimidaciones. Me respondió que contactaría al ministro responsable de la policía, que es el Primer Ministro. Empezaron a hacerme preguntas tontas sobre la identidad de mi padre, al cual conocían. Les respondí que primero me tenían que decir por qué me habían arrestado, y que entonces podríamos hablar, pero que si me hacían esas preguntas estúpidas no diría nada.

¿Los arrestos contra usted son más que acoso?

Sí, estas detenciones tienen por objetivo acosar, pero lo más importante para ellos es instaurar el miedo entre los ciudadanos, hacerles sentir que si siguen a los sindicatos recibirán ese tipo de trato. Intentan también instaurar el miedo en el seno de las familias. Yo tengo esposa e hijos, de modo que si te presentas en mi casa a las tres de la mañana toda la familia se va a despertar y mis hijos preguntarán qué está pasando.

¿Los tratos son más duros contra los activistas que no son dirigentes?

Sí. Son muy duros con los activistas que no están en la cima de la jerarquía sindical. Algunos son golpeados por los policías de civil, sobre todo cuando los llevan al bosque.

¿El movimiento sindical está unido frente a esta represión?

Las dos grandes federaciones sindicales de Swazilandia, la Swaziland Federation of Trade Unions y la Swaziland Federation of Labour, están en proceso de fusión desde hace tres años, y cuentan con la ayuda del sindicato británico Unite. A principios de 2012 debería llevarse a cabo un congreso de fundación de una federación única. Somos un país muy pequeño, con una población de poco más de un millón de habitantes, de manera que no necesitamos diferentes organizaciones.

El sindicalista Sipho Jele falleció cuando se encontraba en detención provisional, poco después de su arresto, el 1 de mayo de 2010. ¿Se ha llevado a cabo una investigación?

Sí, pero no ha sido imparcial puesto que le fue confiada a un ex policía. La investigación concluyó que Sipho Jele se había suicidado, pero el informe no da ningún detalle sobre la manera en que se habría ahorcado. Hemos solicitado a la OIT que presione al Gobierno de Swazilandia para que lleve a cabo una investigación independiente. La OIT está realizando un seguimiento en ese sentido, lo cual nos da esperanzas.

¿Qué les sucedió a las 7.000 personas que perdieron su empleo como consecuencia de los “consejos” del FMI?

Todavía no han perdido su empleo, es una amenaza. El FMI no desbloqueará su préstamo hasta que ese proceso se ponga en marcha. Ahora bien, en Swazilandia, cuando alguien pierde su empleo, le harán falta cuatro o cinco años para encontrar otro, puesto que la tasa de desempleo es de en torno al 77% de la población; y el Gobierno no ha establecido ninguna red de seguridad social. La pobreza es enorme. A lo largo de estos tres años hemos sido testigos de cierres de empresas, pero no se han creado empresas aceptables.

Una serie de empresarios taiwaneses han invertido en el sector de la confección en Swazilandia. ¿Cuáles han sido los beneficios para los trabajadores?

Los taiwaneses se benefician de un acceso privilegiado al mercado de los Estados Unidos gracias a la AGOA (1). Hemos planificado una reunión con el sindicato americano AFL-CIO sobre el tema de estos acuerdos, y queremos sensibilizar a la embajada americana en Swazilandia, puesto que no se trata de verdaderas inversiones: todos los trabajadores están mal pagados por los taiwaneses y sus fábricas no aportan ningún desarrollo ni ningún crecimiento a la población de Swazilandia. No están situadas en las zonas francas, pero la manera de gestionarlo todo se asemeja a la de las zonas francas industriales, aunque hayamos podido organizar allí dos sindicatos.

Cuando realizaron las inversiones, los Ministros de Trabajo y de Comercio de la época prometieron a los taiwaneses que en Swazilandia el costo del trabajo era muy bajo. Quisimos hablar con ellos, pero se negaron a vernos con la excusa de que habían sido invitados por el Gobierno.

Una buena parte de la mano de obra de esas fábricas está compuesta por migrantes internos procedentes de las zonas rurales. No pueden sobrevivir con los salarios que reciben, y menos teniendo en cuenta que las zonas industriales carecen de alojamiento y de transporte. Hemos constatado un aumento importante de la prostitución en dichas zonas.

Swazilandia presenta una de las tasas de prevalencia del VIH más altas del mundo. ¿Los sindicatos están implicados en ese ámbito?

La última tasa de prevalencia que se ha publicado es del 38% de la población. Las ONG están sumamente movilizadas, mientras que el Gobierno no hace lo suficiente, ya que los presupuestos asignados a la sanidad son demasiados escasos. En algunos hospitales faltan medicamentos clave, y el hecho que una persona seropositiva interrumpa su tratamiento puede tener consecuencias fatales. A nivel sindical hemos recibido el apoyo de diferentes asociados noruegos y daneses, hemos establecido diversas políticas en los sectores privados y públicos, pero ahora queremos integrarlas en las negociaciones colectivas. Cada año, en las negociaciones con los empleadores, queremos añadir uno o dos elementos vinculantes nuevos, relativos a la política en materia del VIH, como por ejemplo el suministro de medicamentos y la no discriminación hacia las personas seropositivas en las empresas.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau

(1) African Growth and Opportunity Act (Ley de Crecimiento y Oportunidad en África)

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