Primer plano de Lee Cheuk-yan (Hong Kong –HKCTU)

“¡Los trabajadores chinos corren el riesgo de que se produzcan traslados de puestos de trabajo a Vietnam!”

¿Cómo se puede ayudar a los trabajadores chinos a defender sus derechos bajo el régimen del Partido Comunista? ¿Qué piensan de las amenazas que se hacen en todo el mundo de trasladar los puestos de trabajo a China? ¿Qué puede hacer la CSI en este ámbito? Conversación con Lee Cheuk-yan, Secretario General de la HKCTU (1), la Confederación de Sindicatos de Hong Kong, protagonista clave de la lucha por una mundialización más justa y una China democrática.

¿Qué espera como resultado de la creación de la CSI?

Espero que esta nueva organización tenga mayor fuerza en lo referente a representatividad y a combatir los ataques de la actual mundialización contra los derechos y el sustento de los trabajadores y trabajadoras. Tengo algo de miedo de que nuestros principios, nuestros valores fundamentales como la solidaridad, la democracia y la igualdad, se diluyan dentro de una organización más grande, con mayor cantidad de miembros. Hablando de esos valores, la nueva organización internacional debería tener mayor visibilidad, hacer mejores campañas por los derechos de los trabajadores y por una mundialización más justa, movilizar a sus miembros para hacerse notar por los líderes. Es necesario que estos últimos vean el sufrimiento de los trabajadores y nuestro empeño por cambiar ese estado de cosas.
En lo que se refiere a China, esperamos que la CSI continúe respaldando la libertad sindical de los trabajadores y los derechos humanos fundamentales.

¿Están los trabajadores chinos al corriente de que en todo el mundo se amenaza a los trabajadores y trabajadoras con trasladar sus puestos de trabajo a China?

Los trabajadores chinos mismos se ven confrontados a idénticas amenazas de parte de los capitalistas. Cuando reclaman el más mínimo aumento de salario o cuando el gobierno chino mejora en algo la legislación laboral o su aplicación, los empresarios les dicen que se irán de China. Ahora están hablando de irse a Vietnam... Se hace entonces a las trabajadoras y trabajadores chinos las mismas amenazas que a los demás, con la diferencia de que es Vietnam el que constituiría un peligro para sus empleos. En los medios informativos, los empleadores de Hong Kong les dicen a los sindicalistas que si se aumenta el salario mínimo en China, se irán de allí. ¡Ni siquiera los bajísimos salarios de China satisfacen ya el desmesurado apetito de los capitalistas! Esta desenfrenada carrera hacia abajo también amenaza entonces a los trabajadores chinos, que podrían ya no ser los más baratos de todos. Debemos detener esta carrera hacia abajo, dejar de considerarnos mutuamente como amenazas y pensar en cambio cómo se pueden mejorar las condiciones de trabajo y los salarios en todo el mundo, a través del sindicalismo internacional. Ése es un importantísimo cometido de la CSI: revertir esta tendencia a competir en desmedro de las condiciones de trabajo.

Espero que el mundo no temiendo a China ni a sus trabajadores. nosotros pensamos que todos los trabajadores y trabajadoras del mundo tienen derecho al desarrollo económico, al crecimiento y a una mejora de su sustento. En Hong Kong, no queremos que se considere a China una amenaza. Quisiéramos que el mundo comprendiera que las trabajadoras y trabajadores chinos tienen las mismas aspiraciones que los demás trabajadores del mundo, es decir, quisieran que mejoraran sus ingresos y su vida cotidiana, y también que se respetaran sus derechos. Pero las multinacionales, los capitalistas, se apropian de todos los beneficios de las inversiones que hacen en China. Las trabajadoras y trabajadores chinos no constituyen una amenaza para nadie. Ellos mismos son víctimas de ese capitalismo desenfrenado.

¿Qué papel podría tener la CSI con respecto a China? ¿Debería procurar dialogar más con las autoridades?

Esperamos que la CSI pueda respaldar a los trabajadores chinos para que dejen de ser víctimas y pasen a ser personas con poder de decisión en la economía. Por el momento, los trabajadores chinos no tienen ningún control sobre esa economía, no tienen ni siquiera el derecho de libertad sindical.
Con respecto a dialogar o no con las autoridades, es necesario volver a los principios básicos de la democracia, la igualdad y la solidaridad. Si creemos en esos principios básicos, si realmente creemos que todo sindicato debe ser independiente del Estado y de los empleadores, deberíamos actuar en consecuencia, inclusive en nuestro compromiso con respecto a China. Es evidente que la ACFTU (2) no responde a esos criterios. En general, bajo los regímenes comunistas, los sindicatos son los últimos que evolucionan. Si el régimen y el entorno cambian, el sindicato cambia. Por lo tanto, no deberíamos gastar nuestra energía procurando cambiar la ACFTU, ya que está controlada por el poder. Lo que debiéramos hacer, en cambio, es actuar directamente con los trabajadores, que serán los agentes del cambio en el futuro. Deberíamos brindar mayor respaldo a los trabajadores chinos, no a través de los sindicatos controlados sino por intermedio de las ONG especializadas en el mundo laboral y luchando en el plano internacional para que el Partido Comunista Chino respete los derechos fundamentales.

¿Cómo se puede entrar directamente en contacto con los trabajadores chinos?

En China existen ONG especializadas en el mundo laboral que están en contacto directo con los trabajadores. Otra de las maneras consiste en ejercer presión sobre las multinacionales -a través de los acuerdos marco- para que éstas respeten los derechos humanos fundamentales en sus establecimientos de China. En China, los lugares de trabajo podrían brindar una apertura a la educación sindical, no necesariamente a través de la ACFTU, ya que los trabajadores tienen derecho de elegir comités de trabajadores que pueden ser el germen de futuros sindicatos independientes. Con respecto a los sindicatos que deseen afiliarse a la ACFTU, eso no plantea ningún problema grave puesto que un día pueden convertirse en sindicatos independientes. De esta manera, algo indirecta, se puede esperar hacer cambios en los lugares de trabajo, que son importantes espacios donde librar el combate.

Desde que volvió a pertenecer a China, ¿qué evolución se observa en Hong Kong en el ámbito de los derechos humanos, especialmente en los derechos de los trabajadores y trabajadoras?

Hemos vencido al régimen, destruimos los esfuerzos del gobierno de Hong Kong y de China que querían promulgar una ley sobre la subversión que hubiera permitido prohibir toda organización con sede en Hong Kong que respaldara la sindicalización en China. Dicha ley no se promulgó y el gobierno de Hong Kong no se atreve a presentar otro proyecto de ley sobre la subversión. La movilización que hicimos en 2003, a la que se adhirieron unas 700.000 personas, nos permitió oponernos a esa ley. Pero los trabajadores de Hong Kong siguen sin tener derecho de votar. El año próximo se elegirá al jefe del Ejecutivo de Hong Kong, el cual será elegido por nada más que 800 personas que, a su vez, son elegidas indirectamente por unas 200.000 personas, cuando la población es de 6 millones de personas. Quienes podrán votar son principalmente capitalistas y profesionales. La experiencia pasada muestra que el gobierno chino puede controlar a unos 700 de los 800 electores. La mayoría de ellos sólo son entonces marionetas. Esta elección es por lo tanto una farsa ya que en ella participa nada más que una pequeñísima parte de la población.
En consecuencia, continúa la lucha de los trabajadores de Hong Kong por una democracia completa, como así también la de los trabajadores chinos por la libertad sindical. Le reclamamos al gobierno chino que el pueblo de China vuelva al poder, principalmente a través del derecho de los trabajadores de Hong Kong de elegir su gobierno mediante sufragio universal y del derecho de los trabajadores chinos a efectuar negociaciones colectivas a través de sindicatos independientes.
Después de la manifestación de 700.000 personas que tuvo lugar en 2003, movilizamos también a 500.000 personas en 2004, con lo que obligamos al jefe del Ejecutivo de Hong Kong a renunciar. Aunque todavía no tenemos democracia, por lo menos conseguimos que cayera un mal gobierno. Sin embargo, dicho gobierno fue reemplazado por otro igualmente malo pero más hábil. Ahora tenemos un nuevo jefe en el Ejecutivo pero el sistema sigue siendo el mismo... lo que queremos que cambie es el sistema, no sólo el gobierno.

Los trabajadores de Hong Kong sufrieron mucho por los efectos de la crisis de síndrome respiratorio agudo y severo (SARS, en su sigla inglesa). ¿Cómo está la situación actualmente?

En 2003, durante la crisis del SARS y la crisis financiera, el índice de desempleo trepó a niveles históricos y llegó al 8,3 por ciento. Ahora bajó nuevamente, situándose en el 5 por ciento. Pero aunque la economía mejoró mucho, eso no benefició al trabajador: En Hong Kong, el crecimiento económico beneficia solamente a una pequeña parte de la población ya que entre los trabajadores con pocas o ninguna calificación sigue habiendo mucho desempleo y esas personas perciben salarios muy bajos. La misma HKCTU lucha por trabajo decente, procurando que en Hong Kong se estipule un salario mínimo y que se mejore la reglamentación sobre las horas de trabajo, ya que en este momento no hay ninguna ley sobre ninguno de estos aspectos laborales. A los empresarios les gusta esa flexibilidad pero debido al elevadísimo costo de vida de Hong Kong y a los bajos salarios, los trabajadores y trabajadoras se ven obligados a hacer jornadas larguísimas, en algunos casos de hasta 16 horas diarias. La cuarta parte de la población de Hong Kong hace más de 60 horas de trabajo por semana.

¿Sienten ustedes que su acción sindical independiente está amenazada?

Siempre recibimos con amenazas conminándonos a pero nos sentimos a salvo, podemos continuar nuestra lucha desde Hong Kong. Me entristece un poco que siga sin autorizárseme a volver a China después de los sucesos de Tien An Men. Hace desde 1989 que no voy a China, salvo una vez, cuando en 2004 el jefe del Ejecutivo de Hong Kong fue a China encabezando una delegación de los 60 miembros del Consejo Legislativo de Hong Kong, del cual formo parte. En una reunión con el jefe del Partido Comunista, planteé la cuestión de un sindicato libre en China y se me contestó que China no quiere tener un Solidarnosc ni una Revolución Naranja. Me parece que a China no le gusta el color naranja... y ése es el color que eligió la CSI para su logotipo ¡tendría entonces que mostrárselo al gobierno de China!

Entrevista realizada por Samuel Grumiau


(1) Hong Kong Confederation of Trade Unions, http://www.hkctu.org.hk/
(2) Federación de Sindicatos de China, la ACFTU está completamente sometida al Partido Comunista Chino.