Primer plano de G.Rajasekaran (Malasia – MTUC)

“Ayudar a los trabajadores migrantes es también ayudar a los trabajadores malayos”

¿Qué consecuencias está teniendo la crisis económica para los numerosos migrantes de Malasia? G. Rajasekaran, Secretario General del sindicato MTUC(1) expone las acciones sindicales que se están llevando a cabo para ayudarles, y denuncia además la explotación que azota a las trabajadoras domésticas, una categoría de migrantes particularmente vulnerables.

¿Qué amplitud tiene el fenómeno migratorio en Malasia y cuál es la política del MTUC en este terreno?

En estos momentos en Malasia hay 2 millones de trabajadores y trabajadoras migrantes provenientes de 20 países distintos, y de lo cuales cerca de 1 millón proceden de Indonesia. El segundo grupo más importante, de unos 300.000 migrantes, viene de Bangladesh, y le sigue Nepal. Entre esos 2 millones de migrantes, 300.000 son trabajadores, sobre todo trabajadoras domésticas.

Para nosotros, la contratación de trabajadores migrantes debería estar basada en las necesidades de mano de obra. No hay que inundar el país de trabajadores migrantes porque entonces se tiende a explotar los salarios y las condiciones de trabajo y a abusar aún más de los migrantes. Las agencias son muy activas: envían el mayor número de migrantes posible porque obtienen grandes sumas de dinero por parte de los trabajadores.

¿La crisis económica mundial está teniendo una incidencia en el empleo de migrantes en Malasia?

Desde el principio de la crisis, en octubre de 2008, hasta hace unos cuantos días, las estadísticas gubernamentales demuestran que unos 30.000 trabajadores han perdido su empleo en Malasia, que cuenta con una población activa de 11,2 millones de personas. De las 30.000 pérdidas de puestos de trabajo, cerca de dos tercios son malayos y un tercio son trabajadores migrantes.

Desde que empezó la recesión económica le hemos estado diciendo al gobierno que debe congelar todos los nuevos permisos – y eso es lo que ha hecho. Algunos colegas de los países de procedencia de la mano de obra consideran que esta medida va en contra de sus derechos, pero yo pienso lo contrario, porque si se traen a esos migrantes a Malasia y tres meses más tarde las empresas les dicen que no necesitan tantos trabajadores y que se tienen que volver a su país, es peor. Y sin embargo siguen llegando migrantes, legal e ilegalmente – legalmente porque determinados permisos se habían entregado con anterioridad pero sus titulares no vinieron en seguida; y esto va a crear problemas porque las empresas no contratan a nadie.

De finales de 2008 a principios de 2009 centenares de balseros bangladesíes fueron forzados por la marina tailandesa a dar media vuelta en plena mar, cuando intentaban alcanzar clandestinamente tierra malaya. Muchos murieron. Al denegar nuevos permisos de trabajo ¿Malasia no se está arriesgando a favorecer las tentativas desesperadas de los candidatos migrantes?

Según las estadísticas del gobierno, a parte de los 2 millones de trabajadores migrantes en situación regular, hay cerca de un millón de personas sin papeles, indonesios en su mayoría son. Es mejor que los candidatos a la inmigración clandestina se queden en su país, donde al menos tienen un sitio donde quedarse. Cuando uno va a un país extranjero y no tiene ni trabajo ni casa donde vivir, termina durmiendo bajo los puentes, que es mucho peor. Muchos creen que una vez en Malasia podrán conseguir un trabajo de una manera u otra, pero en momentos difíciles como los que estamos viviendo, las oportunidades son muy limitadas.

¿Qué servicios ofrece el MTUC a los migrantes?

Tenemos dos empleados a tiempo completo que ayudan principalmente a las trabajadoras domésticas, como parte de un proyecto financiado por el sindicato holandés FNV. Desde hace dos años nos hemos implicado en otro proyecto financiado por el sindicato LO-TCO para todos los trabajadores migrantes. Éstos pueden venir a vernos para hablar de sus quejas. La queja más frecuente concierne el no respecto del salario prometido antes de comenzar a trabajar. Algunos vienen con un contrato firmado en su país de origen, en el que se estipula un salario más elevado. Cuando acudimos al Ministerio de Trabajo para defender al trabajador migrante víctima de esta violación de contrato, el Ministerio nos responde que el acuerdo se firmó en el extranjero y que por tanto no se puede aplicar en Malasia. Estamos presionando al gobierno para que reconozca estos contratos, pero el caso no está todavía ganado.

También nos llegan quejas de trabajadores que dicen no haber recibido su salario desde hace varios meses. El empleador les da de vez en cuando 20-30 ringgits (4-6 euros) para sobrevivir y les pide que firmen un documento en el que no se especifica la cantidad de dinero que han recibido. En esos casos también nos dirigimos al Ministerio de Trabajo, pero el documento firmado por el trabajador dificulta nuestra gestión, ya que el empleador sostiene haber pagado el salario completo en el momento en que el trabajador firmó dicho documento.

Estos proyectos nos han permitido documentar con mayor claridad lo que está sucediendo sobre el terreno y recopilar estadísticas con relación al número de personas afectadas por los malos tratos de los empleadores. Presentar nuestros datos ante el gobierno nos ha permitido lograr algunos progresos.

¿Los convenios colectivos son aplicables a los trabajadores migrantes?

Nuestra política es que, aunque un trabajador migrante haya firmado un contrato individual, donde haya un sindicato y un convenio colectivo, éste se aplica a todos, incluidos los migrantes. Hemos conseguido poner en práctica esta política del MTUC pero se está volviendo más difícil desde que, hace dos años, el gobierno introdujo el sistema de proveedores de mano de obra emitiendo cerca de 270 permisos para lo que denominan empresas de subcontratación – nosotros las denominamos más bien traficantes de mano de obra, que cobran dinero a los migrantes y a los empleadores. Dichos proveedores no trabajan en un sector determinado, pero son el empleador oficial del trabajador migrante, en vez de serlo la empresa donde éste trabaja. En consecuencia, surge el problema de saber a qué sindicato se puede afiliar el trabajador, ya que los sindicatos malayos están delimitados por sector. Y también implica que el convenio colectivo firmado en la empresa no es aplicable a esos migrantes, aunque trabajen allí.

¿Qué acciones específicas están ustedes llevando a cabo por las trabajadoras domésticas?

Una de nuestras principales reivindicaciones es que las trabajadoras domésticas deben obtener al menos un día libre por semana. Hay muchas otras quejas en lo que a ellas respecta, pero queremos dar primero este paso adelante ya que actualmente la mayorías de las trabajadoras domésticas viven casi como prisioneras. Llegan a Malasia, son amenazadas en la casa del empleador y después no pueden hablar con nadie afuera. No pueden salir y quejarse en caso de problemas, incluso si no se les paga el salario. El descanso de un día por semana no guarda únicamente relación con el hecho de que haya que reconocerlas como seres humanos que necesitan descansar, sino también que puedan conocer a otras personas, aprender más sobre sus derechos y encontrar ayuda en caso de problemas.

Muchas trabajadoras domésticas nos vienen a ver también para quejarse de la comida que reciben. Muchas otras quejas conciernen a los empleadores que son comerciantes: cuando la trabajadora doméstica termina de trabajar en la casa, se la lleva a su negocio, que suele ser un restaurante, donde la mujer tiene que trabajar hasta tarde por la noche.

No se aplica ninguna legislación laboral a las trabajadoras domésticas debido a que no están reconocidas como trabajadoras, ya sean migrantes o malayas. Estamos presionando al gobierno para que eso cambie.

Y por otro lado están todos los casos en que los pasaportes quedan en manos del empleador...

Sí, y eso que en Malasia es ilegal quedarse con los documentos de viaje de otra persona. Cuando planteamos la cuestión al gobierno, nos responde que si el empleador se los queda para guardarlos en un lugar seguro, con el consentimiento de la empleada, las autoridades no pueden interferir. El empleador hace firmar un documento por el cual la trabajadora le pide que le guarde su pasaporte en un lugar seguro y que se lo devuelva cuando vaya a abandonar el país. Pero las trabajadoras domésticas no saben leer, y, en cualquier caso, no tienen prácticamente oportunidad de negarse.

¿La situación de las trabajadoras domésticas migrantes varía según su nacionalidad?

Las trabajadoras domésticas filipinas tienen un contrato claro en el que se estipula el horario de trabajo, las condiciones de vida, las vacaciones, el salario mínimo, etc. En su caso, el salario mínimo es de 1.200 ringgits (250 euros) mientras que las indonesias no reciben más de 450-500 ringgits (94-105 euros). Parece que el gobierno filipino se interesa seriamente por la defensa de sus migrantes, no como el gobierno indonesio.

De las 300.000 trabajadoras domésticas, sólo 15.000 son filipinas. La mayor parte de las demás son indonesias que llegan a través de agencias de contratación. El empleador contacta a un agente que le pide 8.000 ringgits (1.670 euros), una elevada suma de dinero que puede deducir del salario de la trabajadora doméstica durante unos seis meses. De manera que si ésta recibe 500 ringgits por mes, transcurridos seis meses habrá reembolsado 3.000 ringgits a su empleador. Es sumamente injusto porque durante todo ese tiempo ella tiene que trabajar todos los días a un ritmo de 16 horas diarias, sin salario.

Se podría esperar que la crisis empeore la situación de las trabajadoras domésticas, especialmente vulnerables…

No, porque su situación no puede ser peor, siempre han sido tratadas de manera pésima. Por supuesto, también hay algunos empleadores que tratan a su trabajadora doméstica como si fuera de la familia, pero son una minoría.

Es sorprendente ver hasta qué punto las trabajadoras domésticas son maltratadas por empleadores que, a menudo, ellos mismos son simples trabajadores…

Es una falta de consideración, de atención, nunca se ponen en el lugar de la trabajadora doméstica. Cuando afirmamos que una trabajadora doméstica trabaja 15 horas por día, el empleador lo percibe de otra manera: para él, barrer el suelo y limpiar la casa no son trabajos duros. No comprende que la persona necesite tiempo para ella, por ejemplo los domingos. El concepto del empleador es que si la trabajadora sale de casa y conoce a otras personas, su espíritu se corromperá por las influencias ajenas y dejará de trabajar de la misma manera.

Si la OIT aprueba un nuevo convenio internacional sobre el trabajo doméstico ¿podría ser de ayuda para el MTUC en su lucha por la protección de las trabajadoras domésticas?

Si, dado que por lo general Malasia respeta los convenios internacionales – no le gusta que un foro internacional se interesara por ella a causa de situaciones en las que se estuviera permitiendo la explotación. Estamos esperando la adopción del nuevo convenio, pero por desgracia no entraría en vigencia hasta dentro de dos años: la discusión se iniciará en 2010 y, si se llega a un acuerdo, el convenio entraría en vigor en 2011. Mientras tanto nos esforzamos al máximo para hacer campaña a través del mayor número posible de hogares a fin de que ellos mismos hagan algo, como por ejemplo conceder a las trabajadoras un día de descanso por semana. Yo he sugerido a las ONG vinculadas a movimientos religiosos que soliciten a los curas, imanes y demás a hablar de cuestiones sociales. Si cada vez más hogares siguen esta vía, será más fácil para el gobierno apoyar las legislaciones en ese sentido.

¿Qué tal funciona la cooperación en materia de migración entre su sindicato y otros sindicatos no malayos (2)?

Hemos establecido una asociación con el sindicato indonesio CITU (Confederation of Indonesian Trade Unions), el cual intenta reunirse con el máximo número de personas antes de su partida, para advertirlas de sus derechos, decirles dónde pueden acudir en caso de problemas (por ejemplo, al MTUC), etc. Indonesia es, sin embargo, un país muy grande y muchos candidatos migrantes no tienen tiempo de comunicarse con su sindicato antes de irse. El mismo sindicato tampoco dispone de las infraestructuras ni de los recursos humanos para atender a todos los candidatos que se van, que son millones.

Por otro lado, nos comunicamos con el CITU con respecto a problemas que afectan a los trabajadores indonesios en Malasia, a fin de que hagan un seguimiento ante su propio gobierno. Hasta ahora hemos constatado que la Embajada de Indonesia reacciona sin mucha convicción cuando la contactamos a propósito de problemas que tienen los trabajadores migrantes, al contrario de lo que sucede en la Embajada de Filipinas.

También colaboramos con el sindicato nepalí GEFONT, aunque no hemos firmado un acuerdo formal con ellos. Nos informan cuando los migrantes nepalíes tienen problemas en Malasia y viceversa, para que GEFONT pueda sensibilizar a su gobierno.

¿Qué política regional podría desarrollarse para responder de manera más eficaz a los retos sindicales que plantean, como sucede en Malasia, estas migraciones esencialmente regionales?

La CSI para la región de Asia y el Pacífico podría desempeñar un papel más destacado en la coordinación del trabajo sobre los fenómenos de migración en el seno de dicha región, y se ha comprometido a hacerlo. El MTUC puede ayudar a los trabajadores migrantes en Malasia, pero no podemos solucionar el problema de las grandes sumas de dinero que se ven obligados a pagar antes de abandonar el país. Para ello necesitamos la ayuda de los sindicatos de los países de origen, y la CSI para la región de Asia y el Pacífico los puede presionar en ese sentido ya que todos son afiliadas de la CSI, menos en el caso de Vietnam, que también envía migrantes a Malasia (aunque el MTUC mantiene una muy buena colaboración con la Confederación General del Trabajo de Vietnam).

¿Trabajar sobre las cuestiones de los migrantes resulta positivo para la imagen del MTUC?

Hace 15 años, muchos se preguntaban por qué deberíamos preocuparnos por toda esa gente que ha contribuido a limitar el crecimiento de los salarios, etc. Llevamos siete u ocho años trabajando duro para conseguir modificar esta actitud por parte de los sindicatos y de nuestros miembros. Explicamos que si los migrantes obtienen el permiso para venir a Malasia, tenemos que lograr que se beneficien de los mismos derechos que los autóctonos. El coste por trabajador debería ser idéntico para todos. La gente empieza a comprender la importancia de este enfoque. Cuando le pedimos al gobierno que congelara los nuevos permisos tras la crisis económica, nuestros miembros entendieron que si el MTUC ayuda a los migrantes, también consigue proteger a los malayos.

¿Las empresas cuestionan los convenios colectivos a causa de la crisis?

En nuestro sistema, una vez concluida una negociación colectiva, es válida por tres años. Muchos empleadores intentan abusar de las variables, reduciendo, por ejemplo, las primas anuales de dos a un mes de salario. Pero no pueden imponerlo de forma unilateral, hace falta un acuerdo por parte de los interlocutores sociales, sin el cual podríamos ir a los tribunales laborales para hacer que se aplique la cláusula del acuerdo. Determinadas empresas nos vienen a pedir ayuda. Si dichas empresas han estado siempre abiertas al diálogo y han sido generosas con sus trabajadores en épocas prósperas, los sindicatos acceden a ayudarles a superar un bache determinado. Pero, si las empresas obtuvieron beneficios enormes en el pasado y dieron como pretexto el acuerdo que prevé una prima de dos meses de salario para no tener que dar más a los trabajadores, entonces, por nuestra parte, exigimos el respeto de la cláusula.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau



(1) Malaysian Trades Union Congress

(2) Desde 2006, la CSI desarrolla “un plan de acción” concreto para organizar mejor a los migrantes, defender y promover sus derechos y mejorar sus condiciones de trabajo, en el seno del movimiento sindical, insistiendo sobre todo en el marco de las negociaciones colectivas. La CSI fomenta también la asociación con las ONG y otros actores relacionados de la sociedad civil. En el marco del fortalecimiento de la solidaridad Sur/Sur, la CSI ha lanzado tres acuerdos de colaboración entre organizaciones afiliadas de diversas regiones, con el apoyo de LO-TCO Suecia. En estos tres proyectos pilotos se encuentra Indonesia (SPSI) y Malasia (MTUC), Senegal (CNTS) y Mauritania (CGTM), Nicaragua (CST,CUS, CUSa) y Costa Rica (CTRN). Otros centros de información y apoyo a favor de los trabajadores migrantes han sido establecidos por diversos sindicatos, especialmente el MTUC en Malasia. Pueden encontrar más información sobre la política de la CSI en materia de migraciones y en particular sobre la experiencia sindical costarriqueña en la materia, en el informe de la CSI “Costa Rica: Ayudar a los migrantes a organizarse” (16 páginas)