Primer plano de Marta Dora Peralta (CUT-Auténtica, Paraguay)

"Las trabajadoras del hogar padecen de explotación y discriminación"

En su calidad de responsable del Departamento de las mujeres de la central paraguaya CUT-Auténtica, afiliada a la CSI-CSA, Dora Marta Peralta está haciendo una campaña contra la flagrante explotación de las trabajadoras del hogar, en su mayoría indígenas, y para organizarlas sindicalmente. Dora Marta Peralta nos habla de la magnitud de la lucha que hay que librar contra la discriminación, especialmente en lo que se refiere a la remuneración y las condiciones de trabajo, así como contra el trabajo infantil. (VIDEO)

¿Qué puede decirnos acerca de la situación de las trabajadoras del hogar en Paraguay?

En Paraguay nos encontramos ante una situación de semiesclavitud en Asunción y de esclavitud total en las explotaciones agrícolas del Chaco. Las mujeres trabajan sin percibir ningún salario y no tienen ninguna protección.

De acuerdo con nuestros cálculos, casi la mitad de las mujeres del Paraguay trabajan como empleadas en el servicio doméstico. Las secuelas son dobles, ya que las mujeres de la familia se ven obligadas a reemplazarlas durante su ausencia en lo que se refiere al cuidado de los niños, cocinar y otros quehaceres domésticos. Las trabajadoras de hogar no pueden cuidar de sus propios hijos porque se dedican a cuidar los hijos de los demás.

Estamos pidiendo al Gobierno que implante guarderías públicas y jardines de infancia para los hijos de las trabajadoras e intentamos aportar mejoras al sistema educativo. Queremos tener la seguridad de que las trabajadoras del hogar sean debidamente remuneradas por una jornada de ocho horas.

Si bien el salario mínimo legal es de poco más de 1,5 millón de guaraníes (unos 330 dólares) al mes, el Gobierno también ha instaurado un código de trabajo que fija los salarios de los trabajadores y trabajadoras del hogar en un 40% del salario mínimo. Para los trabajadores y trabajadoras de entre 14 y 17, el código establece un salario igual equivalente al 60% del mínimo legal. Toda esta normativa es totalmente discriminatoria.

En Paraguay, para los trabajadores pobres, el mínimo legal no es un salario mínimo, sino el salario máximo. Necesitamos un salario mínimo universal que se aplique en todo el país.

Por otra parte, en la práctica, la mayoría de las trabajadoras del hogar sólo tienen derecho a medio día de descanso semanal, cuando la ley establece que tienen derecho por lo menos a un día completo de descanso. Además de este medio día no se les concede ningún otro descanso ni vacaciones.

¿Cuándo inicio la CUT-Auténtica su campaña para mejorar las condiciones de las trabajadoras del hogar?

Nuestra labor con las trabajadoras del hogar empezó en 2005. Analizamos la situación, examinamos las posibles alianzas estratégicas con organizaciones de la sociedad civil y elaboramos un programa regional. Para hacer llegar nuestro mensaje, también preparamos un cortometraje que da a conocer los abusos de que son víctimas las trabajadoras del hogar.

A continuación lanzamos una campaña para incluir este tema en el debate político. También empezamos a trabajar en el Chaco, en las grandes fincas y estancias al este del país.

Desde 1998, también trabajamos en la Comisión Tripartita, integrada por el Gobierno, empleadores y sindicatos para promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres así como el trabajo decente.

En Paraguay, tenemos dos sindicatos de los trabajadores y trabajadoras del hogar, así como una asociación de trabajadores y trabajadoras del servicio doméstico. Trabajamos en estrecha colaboración con los sindicatos, el Sindicato de Trabajadores Domésticos del Paraguay (SINTRADOP) y prestamos nuestro apoyo a la asociación para su pleno reconocimiento por parte del Gobierno como sindicato por derecho propio.

¿Se encuentran con problemas particulares cuando intentan organizar a las trabajadoras del hogar?

En efecto. Una dificultad importante a la hora de organizar a las mujeres es que la mayoría de ellas sólo tiene derecho a un día de descanso, que es el domingo, y como madres de familia, es natural que quieran pasar esos momentos tan importantes junto a su familia y sus hijos. Una trabajadora del hogar no tiene tiempo para relajarse, ni siquiera para alimentarse correctamente y está privada de todo contacto con su familia.

Incluso aquellas que supuestamente trabajan a tiempo parcial hacen por lo menos 12 horas: de seis de la mañana a seis o siete de la tarde, antes de poder regresar a casa.

Las trabajadoras que viven de planta en casa del empleador empiezan su jornada a las cinco o seis de la mañana. Preparan los alimentos, se ocupan del cuidado de los niños y de las personas mayores y terminan al cabo de 14 o 18 horas de trabajo. Y si el empleador las llama por la noche, tienen que acudir.

El trabajo de servicio doméstico puede compararse, en gran medida, al trabajo infantil…

Efectivamente. El hecho de que gran parte de la mano de obra del servicio doméstico esté integrada por niños y niñas es una de nuestras mayores preocupaciones. Sus familias los envían a Asunción para trabajar como “niñera” y, a cambio, el empleador debe velar por su educación. Pero no es así. La educación que les ofrecen es de tan mala calidad que ni siquiera pueden terminar la escuela primaria.

Paraguay es una sociedad muy machista. ¿Puede decirnos más sobre este aspecto y sobre cómo afecta a su trabajo?

Aquí, en Paraguay el machismo es una institución. De todos los hombres latinos, el paraguayo es el más machista. Puede hacer lo que le venga en gana, puede volver a casa a cualquier hora. Y ahí es donde empiezan los problemas con su esposa e hijos.

Según un estudio reciente, los policías paraguayos son los que peor trato dan a sus mujeres.

Tenemos una tasa muy alta de violencia y abusos conyugales. Las rupturas matrimoniales aumentan de forma importante. Cada vez hay más y más mujeres que prefieren vivir solas que tener que someterse a esos abusos.

También hay redes de explotación sexual, trata de mujeres y “vientres de alquiler”. En las zonas fronterizas abundan este tipo de actividades ilegales.

Paraguay parece contar con una legislación laboral muy “atípica”. ¿Constituye un obstáculo para el progreso?

De hecho. El ministerio de Justicia y Trabajo ejerce un control absoluto. Sin embargo, el 80% de su presupuesto se gasta en las cárceles y en el mantenimiento del orden. Sólo el 20% del presupuesto es administrado por un viceministro del Trabajo que se ocupa de la mano de obra no estatal.

Los trabajadores del sector público están bajo la supervisión de una Secretaría de la Función Pública y sujetos a una legislación laboral por separado.

La situación es, pues, sumamente compleja. Nos gustaría transformar la actual instancia ministerial en un ministerio de trabajo y seguridad social. Este siempre ha sido uno de los objetivos fundamentales de la CUT-Auténtica. En este preciso momento, el Gobierno está estudiando la propuesta. Hemos tenido muchas reuniones con los responsables gubernamentales a este respecto.

Paraguay tiene a sus espaldas una larga y debilitante historia de dictadura militar. ¿Se muestra el actual Gobierno civil más abierto al diálogo con los sindicatos y las fuerzas democráticas?

Podría decirse que el actual Gobierno se muestra más “tolerante”, pero no que nos sea más favorable.

El Gobierno es una alianza entre los liberales y el partido del antiguo obispo Fernando Lugo. Lugo no tiene solamente una mano atada, sino ambas. Y el reciente escándalo que lo acusa de ser el padre de varios hijos concebidos cuando aún todavía era sacerdote ha minado seriamente su autoridad.

A esta situación se suman otras señales que no auguran nada bueno. En las recientes elecciones municipales, el Partido Colorado del antiguo dictador Stroessner regresó al poder en Asunción y en muchos otros municipios.

Los ciudadanos todavía no están preparados para la democracia. Subsisten prácticas extremadamente discriminatorias. Al cabo de 20 años, todavía no hemos logrado la “transición”. Paraguay no puede seguir viviendo así, en medio del trabajo esclavo, de la discriminación salarial y la ausencia de derechos laborales.

Entrevista y fotografía: David Browne

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