El clima antisindical se refuerza en Europa

Aunque Europa sigue siendo el modelo a seguir en material de protección social, la sección europea del Informe sobre las violaciones de los derechos sindicales 2008, publicado hoy por la CSI, demuestra que con los acontecimientos que han tenido lugar en 2007, los derechos sindicales distan mucho de estar plenamente garantizados en el continente.

Bruselas, 20 de noviembre de 2008: Aunque Europa sigue siendo el modelo a seguir en material de protección social, la sección europea del Informe sobre las violaciones de los derechos sindicales 2008, publicado hoy por la CSI, demuestra que con los acontecimientos que han tenido lugar en 2007, los derechos sindicales distan mucho de estar plenamente garantizados en el continente. El fenómeno se aplica tanto a muchos de los tradicionales bastiones del sindicalismo occidental como a las economías en transición de Europa Oriental.

En Georgia, país duramente castigado por la guerra en meses recientes, el Código Laboral introducido en 2007 permite despedir a los trabajadores sin necesidad de aducir justificación alguna. A causa de esta medida, la Confederación de Sindicatos de Georgia perdió unos 20.000 miembros que fueron despedidos u obligados a dimitir por empleadores antisindicales. Y aunque el Código fue impugnado en los tribunales, el tribunal no hizo sino confirmar el derecho incondicional del empleador a despedir a cualquier trabajador. 

El Informe anual de la CSI subraya que el derecho de huelga se ha visto amenazado en varios Estados miembros de la Unión Europea. Dos decisiones del Tribunal de Justicia Europeo en los casos Laval y Viking vinieron a demostrar que cuando se enfrentan los intereses comerciales y los sociales, la interpretación de la ley raras veces se decanta a favor de proteger los derechos sindicales y de los trabajadores. En Francia, “cuna de los derechos humanos”, el gobierno de Nicolas Sarkozy promulgó una ley que restringe severamente el derecho de huelga en el sector de los transportes públicos. Otro tanto ocurrió en Bélgica donde un grupo de individuos inició una acción legal reclamando daños y perjuicios a los trabajadores que participaron en una huelga. En países como Estonia y Bulgaria continúa vigente la prohibición generalizada de hacer huelga en la administración pública, pese a las críticas de la Organización Internacional del Trabajo y del Consejo de Europa.

El régimen Loukachenko, experto en la violación de las libertades democráticas, paga ahora las consecuencias de sus actos. A causa de su falta permanente de respeto hacia los derechos sindicales, la Unión Europea decidió retirar a Belarús los beneficios comerciales de que disfrutaba en base al Sistema de Preferencias Generalizadas (SPG), lo que le supondrá una pérdida de aproximadamente 400 millones de euros en ingresos provenientes de exportaciones. Aunque esta decisión provocó efectivamente algunos cambios positivos, la legislación antisindical continuó vigente y las actividades sindicales siguen estando controladas por el gobierno. No es de extrañar por tanto que la sede de la Confederación de Sindicatos Democráticos de Belarús fuera objeto de un registro policial. Según el Informe de la CSI, las prácticas antidemocráticas de Belarús han inspirado a otros gobiernos de países vecinos. En la Federación Rusa, las agencias de orden público interfirieron en los asuntos sindicales, en particular cuando se estaba preparando una huelga. En Kirguistán funcionarios civiles intentaron entrometerse en las elecciones sindicales.

La tendencia se ha confirmado en numerosos países europeos. Ha sido particularmente el caso del Reino Unido donde un estudio de la central sindical Trades Union Congress y Personnel Today llegó a la conclusión de que la actividad sindical puede dañar seriamente las perspectivas de carrera profesional. Listas negras, despidos, descensos de categoría, presiones psicológicas y campañas antisindicales han sido tácticas empleadas en todo el continente, y particularmente en Turquía, Bosnia-Herzegovina y Bulgaria, donde se ha dado cuenta de amenazas físicas.

Las multinacionales occidentales no se han quedado a la zaga. No resulta raro que den muestras de una actitud antisindical en Europa Oriental, siendo uno de los casos más graves el de la compañía Reemtsma en Kirguistán. Por otro lado encontramos una nota positiva en Hungría, donde la buena conducta en las relaciones laborales se ha convertido en una condición para poder presentar ofertas en las licitaciones públicas. La actitud antisindical por parte de la compañía Hankook Tyre dio como resultado que se le cortasen los subsidios del Estado.

“Cuando se encuentran comprometidas las libertades sindicales se produce un efecto dominó”, manifestó Guy Ryder, Secretario General de la CSI. “De hecho, también se ven atacados otros derechos fundamentales”. En Georgia se recurrió a despidos arbitrarios contra los sindicalistas y trabajadores que protestaron contra la discriminación. En Albania, un grupo de activistas fue despedido por facilitar información sobre el empleo de mano de obra infantil. “Se constata que la costumbre de numerosos empleadores y autoridades gubernamentales de Europa Central y Oriental de obstaculizar la expansión del sindicalismo independiente tiende a desarrollarse cada vez más también en Europa Occidental”, añadió Guy Ryder.

Los trabajadores/as migrantes sufren diversos tipos de discriminación en Europa. En varios países de Europa Central y Oriental, la enorme escasez de trabajadores locales cualificados y no cualificados (que emigraron en busca de mejores salarios) se ha cubierto en parte con mano de obra importada de otros países con salarios aún más bajos, incluyendo China, Ucrania y Belarús. Muchas veces víctimas de la trata de personas, estos trabajadores/as son objeto de una explotación extrema y se ven privados de sus derechos sindicales. En España, no obstante, se registraron ciertas mejoras cuando el Tribunal Constitucional decretó que los trabajadores inmigrantes indocumentados también tienen derecho a organizarse.

La tendencia actual en Europa plantea obstáculos legales o prácticos a la sindicalización de la mano de obra en formas de empleo "atípico", en pleno crecimiento. Mientras que en Polonia la ley no reconoce el derecho a organizarse de los trabajadores/as por cuenta propia, en Rumania esos trabajadores se arriesgan incluso a perder su empleo si se afilian a un sindicato. Se utilizan contratos de duración determinada para minar los derechos de sindicalización o negociación colectiva en países como Belarús, Croacia y España. Por último, en la Federación Rusa, un dirigente sindical en una planta de Coca-Cola perdió su empleo, aunque los trabajadores contratados a través de agencias de trabajo temporal pudieron afiliarse al sindicato.


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