Primer Plano de Vimbai Zinyama (ZCTU- Zimbabwe)

“Para mi hijo de 8 años, un policía es... alguien que golpea a su madre.”

El reciente arresto del Presidente del Zimbabwe Congress of Trade Unions (ZCTU) vuelve a poner de manifiesto el clima de acoso y de inseguridad que prevalece contra los sindicalistas zimbabuenses. Vimbai Zinyama, Vicepresidenta del ZCTU, nos habla de esta peligrosa y “deshumanizante” lucha cotidiana. Experta en economía informal y microcréditos, y actualmente encargada de las relaciones internacionales del ZCTU, nos explica cómo la estrategia de sindicalización masiva del sector informal aporta una fuerza política suplementaria e ineludible para el ZCTU.

¿En qué consiste el día a día de un/a sindicalista de Zimbabwe?

Nos tenemos que enfrentar a una denegación generalizada de los derechos de los trabajadores. En un contexto social donde las infraestructuras se han hundido, donde es imposible vivir, recibir cuidados médicos y asegurar la educación de los niños, nos encontramos trabajando a diario en un entorno desprotegido.

Acosos, molestias, malos tratos, encarcelamientos... las noticias que nos llegan sobre el movimiento sindical zimbabuense muestran efectivamente una realidad sumamente complicada e inquietante. ¿Podría usted dar personalmente testimonio de ello?

Como todos los demás sindicalistas, conozco el acoso, la victimización. A veces uno se siente verdaderamente deshumanizado, con la impresión de que se nos deniega la capacidad de expresión, lo cual destruye la confianza que podemos tener en nosotros mismos y nuestra capacidad de expresión. Los métodos y el lenguaje que utilizan contra nosotros nos despojan de nuestra humanidad. Cuando la policía viene a casa, nos acosa delante de los niños, nos golpea, nos hace pasar por ladrones y criminales, resulta muy perturbador para nuestro entorno, que se convierte en testigo forzoso de todas esas escenas.
Un profesor le preguntó en una ocasión a mi hijo de 8 años cuál es el papel de un policía, a lo que él respondió: “Golpear a mi madre”, y explicó en clase haberlo visto con sus propios ojos. El profesor se puso en contacto conmigo para pedirme que le explicara a mi hijo que ese no es supuestamente el papel de un policía. También tengo una hija de un año y medio. Es un entorno muy difícil para la vida familiar.

¿Cuándo y cómo comenzó su implicación sindical?

Comencé a trabajar en un banco en 1990, una vez finalizados mis estudios en el sector bancario y financiero. Durante la primera semana me afilié al sindicato a raíz de la visita a mi lugar de trabajo de un sindicalista del sector bancario (2) que me convenció de la importancia de sindicarse para proteger nuestros derechos y estar representados. Me impliqué enseguida en cuestiones de género y me hice presidenta del equipo de negociación.
En 1993, me uní al Comité Ejecutivo Nacional del ZCTU.

Al comienzo de mi labor sindical, la prioridad era luchar contra el déficit de trabajo decente generado por los programas de ajuste estructural. La liberalización supuso una subida disparatada de los precios de los artículos básicos, los depósitos bancarios disminuyeron y las reducciones del personal bancario hicieron que las condiciones de trabajo fueran cada vez más duras. A pesar de que los salarios eran tan bajos, los beneficios acordados anteriormente a los empleados fueron suprimidos. Las facilidades de préstamos bancarios desaparecieron, y se hizo imposible, por ejemplo, poder garantizar la educación de los hijos. Durante mi actividad sindical en el banco llevamos a cabo cinco huelgas. Las amenazas de despido pesaban permanentemente sobre los negociadores.

¿Cómo reaccionó su entorno ante su temprana implicación sindical?

En mi familia había ya varios activistas implicados, entre los cuales sindicalistas, así que fueron muy comprensivos. Mi padre era activista en la lucha contra el VIH/SIDA, y mis hermanas se encontraban igualmente implicadas en la lucha a favor de los derechos económicos y sociales.

Tras 8 años en el sector bancario, usted asumió el puesto de coordinadora nacional de una asociación de mujeres indígenas empresarias (3). ¿Qué era lo que le motivaba?

Mi hermana, fundadora de la asociación, falleció en un trágico accidente. Yo estaba muy concienciada sobre los objetivos de ese trabajo y cuando me pidieron que la reemplazara me impliqué. El objetivo consistía en ayudar a las mujeres marginadas para que pudieran acceder a créditos que les permitieran desarrollar sus microproyectos. La asociación contaba entonces con 5.000 miembros en sectores tan variados como la fabricación de mantequilla de cacahuete, el textil, los transportes o la construcción. Después de haber estado tres años en esa asociación, pasé a formar parte durante dos años de una organización de microcrédicos dedicada a hacer que los microcréditos fueran accesibles a todos los pequeños operadores. Esta organización ya estaba vinculada al ZCTU.

En 2001, usted se unió al ZCTU para hacerse cargo de la organización de trabajadores y trabajadoras del sector informal. ¿Cuál era entonces el compromiso del ZCTU en este ámbito?

Para el ZCTU eso constituía ya una prioridad política esencial. En el marco de un compromiso tripartito nacional a favor de la organización del sector informal, el ZCTU había recibido orden concreta de realizar este trabajo de organización. El reto consistía, por supuesto, en estructurar la organización sindical y establecer un vínculo con los procesos de acceso a microcréditos, pero también se trataba de ir más lejos, intentando promover el trabajo decente en un sector donde el déficit de trabajo decente es abismal. Los trabajadores del sector informal necesitan que se les reconozca, que se les incluya en los procesos de toma de decisiones, estar protegidos por un marco legal del que se les excluye. Un vendedor dentro de una tienda no tiene en absoluto el mismo estatus que el vendedor que pone su puesto de verduras en la calle, frente a ese mismo edificio. Y sin embargo, ambos hacen girar el sistema económico y pagan sus impuestos. Los trabajadores del sector informal son víctimas de acosos administrativos y de acosos por parte de la las autoridades policiales, que los echan con frecuencia de sus lugares de trabajo. Son relegados a la periferia del sistema, sin derecho. Nuestro objetivo es integrarlos en el seno del sistema.

¿Cómo se organiza concretamente esta estrategia de sindicalización del sector informal, en especial en materia de protección social?

Facilitamos y consolidamos los vínculos con las asociaciones y organizaciones del sector informal ya existentes, dentro de una perspectiva de integración completa en el seno del movimiento sindical. Queremos eliminar los obstáculos, los cerrojos que mantienen al sector informal como un sector aparte.
En cuanto a la seguridad social, un primer enfoque consiste en ayudar a las personas que hayan perdido su empleo formal a obtener los derechos que les corresponden y que en ocasiones les son denigrados. Por ejemplo, ayudamos a los trabajadores discapacitados a obtener los beneficios a los que tienen derecho, así como el acceso a una rehabilitación. Para los trabajadores que siempre han estado en el sector informal, establecemos sistemas de seguros, por ejemplo para funerales. En el ámbito del VIH/SIDA hemos establecido un sistema de seguros para que los hijos de las víctimas tengan acceso a un orfanato y puedan ir al colegio. Trabajamos también con diversos donantes y con iglesias que nos ayudan a recolectar víveres y ropa para estos niños.

¿Cuáles son los resultados de la estrategia de sindicación del sector informal por parte del ZCTU en términos de efectivos?

El ZCTU cuenta con 1,8 millones de miembros en la economía informal, que se encuentran repartidos por todo el país y de los cuales el 60% son mujeres. Con la quiebra del sistema económico, las empresas cierran todos los días. La actividad económica global está funcionando a un 20% por debajo de sus capacidades. Esta situación obliga a muchos trabajadores y trabajadoras a trabajar en el sector informal para poder sobrevivir. Eso sin contar a todas las personas que tienen un empleo asalariado que no les permite vivir decentemente y que lo complementan con otra actividad en el sector informal – por ejemplo, el salario que reciben los funcionarios de los servicios públicos no les permite llegar a fin de mes, por lo que, al tiempo que mantienen su trabajo en la oficina, uno va y vuelve a Sudáfrica para vender pollos, otro vende zapatos... son situaciones muy corrientes.

En el marco de las funciones que usted está desempeñando este año para el ZCTU ante el Parlamento, ¿qué tipo de acciones concretas está llevando a cabo?

Estas tres últimas semanas, por ejemplo, hemos aprovechado la reapertura del Parlamento para informar a los parlamentarios sobre los casos de acosos y abusos graves que sufren a diario los sindicalistas. Llevamos a cabo también campañas para que Zimbabwe ratifique los Convenios de la OIT que protegen los derechos de los migrantes. Es una cuestión muy delicada porque, para sobrevivir, muchos zimbabueses se ven forzados a exiliarse, sobre todo a Sudáfrica, y se enfrentan a unas condiciones terribles. Insistimos en la necesidad de que se hagan respetar los derechos de todos los trabajadores de Zimbabwe, lo cual daría mayor credibilidad a la hora de solicitar por nuestra parte el respeto de los migrantes zimbabueses en el extranjero.

Con 38 años, ¿qué opina sobre la cuestión del género?

Como para todas las mujeres, me resulta difícil equilibrar la vida familiar y laboral, sobre todo en un entorno tan peligroso. La sociedad no se espera que una mujer sea arrestada, golpeada, humillada y encarcelada, es muy difícil.
En el sector privado donde trabajé anteriormente, la lucha por el poder y los puestos era encarnizada y el techo de cristal muy bajo. En el seno del ZCTU es muy diferente. Desde que me afilié, sentí un compromiso fuerte para ayudar a las mujeres a asumir responsabilidades. Mucho de lo que pude hacer y de lo que soy hoy en día es resultado de esta política sensible a la igualdad de género. Sin duda los hombres también han comprendido que para que la lucha por los derechos avance, las mujeres son también necesarias.

¿Qué mensaje desea transmitir a los sindicalistas y activistas de los derechos humanos en el mundo?

Nosotros, en Zimbabwe, luchamos por la creación de un entorno libre, sin acosos, donde los derechos económicos y sociales sean respetados. Invitamos a nuestros asociados internacionales a que nos apoyen en nuestro combate, cuyos objetivos son compartidos por mucha gente de Zimbabwe, incluso aquellos que no están implicados abiertamente. Querríamos tener todos “una vida normal”, no tener que batallar constantemente para conseguir el mínimo vital, pero si no llevamos a cabo esta lucha, nuestros hijos no tendrán la oportunidad de vivirlo un día.

Entrevista realizada por Natacha David


(1) El pasado 9 de noviembre la CSI condenó enérgicamente el arresto de Lovemore Matombo, Presidente del ZCTU, y de dos miembros de su personal, Michael Kandukutu y Percy Mcijo. De acuerdo con la información que el ZCTU comunicó a la CSI, los tres sindicalistas fueron detenidos la noche del 8 al 9 de noviembre en el distrito de Victoria Falls, cuando Matombo se dirigía a una asamblea de miembros del ZCTU, lo que constituía la primera etapa de una gira nacional. Este arresto representa un nuevo atentando flagrante a los derechos sindicales legítimos conforme a los términos del Convenio núm. 87 de la OIT relativo a la libertad de sindical y el derecho de sindicalización.

(2) Zimbabwe Banks and Allied Workers Union.

(3) Indigenous Business Women Organization.