Primer plano de Moulkheiry Sidiel Moustapha (CGTM- Mauritania)

« Romper el silencio y luchar contra la impunidad para ayudar a las trabajadoras domésticas migrantes »

Vicepresidenta del comité de las mujeres y presidenta del comité de seguimiento de la migración de la CGTM, Moulkheiry Sidiel Moustapha denuncia la explotación de que son víctimas las trabajadoras domésticas migrantes. Resaltando los lazos existentes entre la problemática del tráfico de seres humanos, la trata y el trabajo forzoso, nos explica la labor de sensibilización, capacitación, ayuda social y defensa jurídica que se realiza en el centro para migrantes de la CGTM en Nuakchot (1).

¿De dónde vienen las trabajadoras migrantes que viven y trabajan en Mauritania?

Vienen de Senegal, Malí, Guinea Conakry, Guinea Bissau, Burkina Faso, Côte d’Ivoire, Camerún, Niger, Togo y otros países. Mantienen a sus familias en su país enviando dinero que ganan en Mauritania con dificultad. Llegan por lo general por carretera, después de haber tenido que pasar por penosos trámites burocráticos y atravesando a veces numerosas fronteras. Dejan su país de origen en condiciones difíciles, pasando por intermediarios que les prometen que podrán ganar fácilmente en Mauritania el dinero necesario para financiar un viaje más lejos, a Europa. Pero muy rápidamente los problemas aparecen con las personas que las emplean.

¿Se puede calificar esa situación de tráfico de seres humanos?

Sí. Es muy importante que integremos en nuestro trabajo sobre las trabajadoras domésticas la dimensión del tráfico de seres humanos, la trata y el trabajo forzoso. En septiembre 2009, en los locales del centro para migrantes de Nuakchot, organizamos un seminario sindical sobre el trabajo forzoso y la trata de personas en el marco de la migración de trabajadoras domésticas. 25 mujeres, originarias de ocho países diferentes participaron activamente a ese seminario, que también contó con la presencia de representantes de varias asociaciones de migrantes y del movimiento de mujeres de la CGTM. En particular, escuchamos con mucha emoción el testimonio de varias jóvenes mujeres que sufrieron casos graves de explotación, como el de una joven guineana de 25 años, Binta Barry. En Guinea, una amiga le había propuesto ir a trabajar a Mauritania para poder ayudar a su padre enfermo. Pero una vez que llegó al país sin papeles, su gran amiga la abandonó, dejándola entre las manos de un traficante camerunés de quien sufrió numerosas agresiones. Muchas mujeres migrantes se encuentran a la merced de redes de traficantes que las acogen a su llegada y a quienes deben reembolsar fuertes cantidades de dinero. Hemos credo un comité de seguimiento y vigilancia que yo presido y que establece un plan de trabajo en colaboración con otros actores de la sociedad civil que trabajan en cuestiones de trata y trabajo forzoso de trabajadoras domésticas.

¿A qué tipo de problemas se enfrentan esas trabajadoras migrantes en su lugar de trabajo?

Los problemas a que se enfrentan son muy numerosos e incluyen salarios muy bajos o inexistentes, malos tratos, secuestros, privación de alimentos y de cuidados médicos, horarios de trabajo excesivamente largos, acoso y violaciones de sus empleadores.
Para tener una idea del salario que ganan esas trabajadoras migrantes, tenemos el caso de una mujer que trabajaba en una peluquería desde la mañana hasta las 10.00 de la noche desde hacía tres años, por un salario mensual de solo 10.000 Ouguiya (alrededor de 38 USD). Está también el caso de una maestra que recibe una remuneración muy inferior a la que debería recibir por su trabajo. Empleada con estatuto de asistente de maestro, cuando en realidad realiza el mismo trabajo que un profesor de la escuela francesa, sólo gana 30.000 Ouguiya (264 USD), frente a los 600.000 que gana un francés (5.280 USD), es decir, ¡veinte veces menos que el francés! Pero las peores situaciones las sufren las mujeres migrantes que trabajan como trabajadoras domésticas. No tienen ninguna visibilidad porque, por una parte, son extranjeras y, por otra, porque su lugar de trabajo está por encima de toda vigilancia al no tener reconocimiento legal, la mayoría del tiempo sin estatuto y sin contrato. Con cada vez más frecuencia, deben dormir en el lugar de trabajo. Eso les permite ahorrar el dinero del alquiler de una habitación pero no duermen en lugares adecuados y deben contentarse a menudo con un rincón en la cocina, y deben estar disponibles las 24 horas. Las despiertan incluso en plena noche. Hemos recibido testimonios de palizas propinadas por algunas familias mauritanas cuando las trabajadoras domésticas se atreven a reclamar el pago de sus salarios atrasados o se niegan a ejecutar demasiadas tareas no previstas en su contrato oral. En las embajadas se han constatado situaciones claramente inaceptables. En especial, dos casos de trabajo de doble turno por un salario muy bajo. Pero el contrato es firmado entre el intermediario y la embajada en cuestión sin la participación de la mujer senegalesa concernida. No conoce el monto del salario real mencionado en el contrato para ella o para el intermediario y no puede abandonar ese trabajo porque tiene que seguir enviando dinero para mantener a los hijos que se quedaron en su país.

¿Cómo puede el centro para migrantes de la CGTM ayudar concretamente a esas trabajadoras migrantes?

El centro para la migración es un lugar de acogida ideal para esas mujeres. Esta situado en centro de la ciudad y está abierto las 24 horas. Como los hombres, la mayoría de las mujeres que acuden al centro piden principalmente ayuda para encontrar un pequeño empleo que les permita alimentarse. Vienen de todos los sectores, del servicio doméstico pero también del pequeño comercio, la peluquería y la restauración. Hay incluso profesoras que vienen a Mauritania con la esperanza de ganar dos a tres veces más de lo que se puede ganar en su país de origen. Lo importante es entrar en contacto y dialogar con esas mujeres. Algunas se abren fácilmente, otras necesitan más tiempo. Algunas nos contaron experiencias tan terribles que hicieron llorar a todos los presentes, hombres y mujeres. La dimensión psycológica es muy importante. Algunas experimentan un profundo miedo hacia su empleador y es preciso ayudarlas a superar ese miedo para que puedan reivindicar sus derechos, presentando su caso ante la inspección laboral.

¿Mantienen contactos con las asociaciones de migrantes?

Estos últimos meses, comenzamos a informar a las comunidades originarias de Guinea, Senegal, Malí, Côte d’Ivoire, Gambia, Guinea Bissau, Burkina y Togo. Trabajamos con asociaciones de ciudadanos de esos países que viven y trabajan en Mauritania. Consideramos esencial mantener las relaciones que hemos entablado con las diferentes asociaciones de migrantes. Les hemos distribuido folletos de información, con una información simple sobre sus derechos, los contratos, y otros datos. También organizamos encuentros en los lugares donde viven y se reúnen las diferentes comunidades. Creamos un comité de dirección con mujeres que representaban esas ocho comunidades. Son ellas las que nos sirven de relés respecto de los demás grupos. Nos centramos por el momento en Nuakchot y Nuadibú, y quisiéramos llegar también a Rosso en la frontera con Senegal. Además del trabajo de información y de sensibilización sobre la legislación y sus derechos quisiéramos abrir una oficina que registre a los empleadores y empleados, con el objeto de romper el silencio y la impunidad. El principal obstáculo es el silencio. Las autoridades no están informadas. Es importante que logremos primero conseguir la información, y luego plantear el problema a la inspección laboral y, si es necesario, al tribunal laboral. Los expatriados que explotan a las trabajadoras domésticas son muy sensibles a su imagen y no aprecian en absoluto que se les lleve a los tribunales.

¿Cuáles son sus reivindicaciones desde una perspectiva legislativa?

Las mujeres y jóvenes -a veces muy jóvenes – que trabajan como empleadas domésticas son un eslabón esencial en la cadena económica del país. Sin embargo, su trabajo no es reconocido por los legisladores, lo cual abre la puerta a todos los abusos. Ese vacío jurídico, aunado al problema de la falta de datos estadísticos y de una voluntad política, dificulta la protección de los derechos de esas trabajadoras, que sufren además de una falta de formación. Las condiciones de trabajo deben ser reglamentadas y controladas, acompañadas de sanciones civiles y penales. A nivel internacional, la movilización sindical a favor de un nuevo convenio de la OIT sobre las trabajadoras domésticas es de gran importancia, ya que tal normativa les ofrecería el reconocimiento y la protección que les hace tanta falta.

Entrevista realizada por Natacha David.


(1) en el marco del programa de acción especial sobre la defensa de los derechos de la mano de obra migrante, así como del refuerzo de la solidaridad sindical Sur/Sur, la CSI ha puesto en marcha tres acuerdos de asociación entre las organizaciones afiliadas de diferentes regiones. Con el apoyo de la LO/TCO- Suecia, esos tres proyectos piloto conciernen a Indonesia (SPSI) y Malasia (MTUC), Nicaragua (CST, CUS, CUSa) y Costa Rica (CTNR), así como Mauritania (CGTM) y Senegal (CNTS). El TUC ha establecido centros de información y apoyo para los migrantes en Malasia, la CGTM en Mauritania y la CTRN en Costa Rica.

- Véase la versión íntegra del reportaje sobre el proyecto sindical conjunto Mauritania/Senegal, Mauritania-Senegal: Defender los derechos de los migrantes
(16 páginas)

- Véase la entrevista de N’diouga WADE (CNTS- Senegal) « Ante la tragedia de la migración clandestina es preciso informar y ofrecer alternativas de empleo»

- Véase la entrevista de Fatou Bintou Yaffa (CNTS- Senegal), « La formación es un objetivo prioritario que permite mejorar la situación de las trabajadoras del servicio doméstico»

- Para mayor información sobre la experiencia en malasia apoyada por la CSI, véase la entrevista de G.Rajasekaran (MTUC) « Ayudar a los trabajadores migrantes, es ayudar a los trabajadores de Malasia »

- Para mayor información sobre la experiencia en Costa Rica apoyada por la CSI, en el reportaje de Visión sindical “Ayudar a los migrantes a organizarse"