Primer plano de Fadhel Abbas Ali (GFBTU-Bahrein)

“Hemos prometido a los trabajadores migrantes que siempre estaremos de su lado”

Desde los 19 años, apoyado por la central sindical de Bahrein GFBTU (1), Fadhel Abbas Ali se lanzó a la batalla sindical cuando todavía no había ningún sindicato en el sector de la construcción. Resultado en su empresa: una disminución del 70% en el número de accidentes, mejores condiciones de alojamiento y aumentos salariales. A sus 25 años se encuentra dirigiendo el comité que reúne a diez sindicatos de empresa de la construcción y cuyo objetivo, con la ayuda de la ICM (2), es preparar la creación de un sindicato sectorial de la construcción, aunque la ley sólo autorice los sindicatos a nivel de empresa.

¿Cómo se inició su compromiso sindical?

Empecé a trabajar en 2004 en la empresa Precast Concrete Company, después de haber terminado la enseñanza secundaria. En aquella época no había ningún sindicato en la construcción. Las condiciones de salud y seguridad, los salarios y el trato que recibían los trabajadores eran verdaderamente penosos. El salario medio para un trabajador bahreiní de mi categoría era de 150 BD (US$398). Para los trabajadores migrantes, básicamente indios y filipinos, que representaban el 80% de la mano de obra, el salario era de tan sólo 70 BD (US$185) o incluso menos. Tres meses después de mi entrada en la empresa, decidí luchar para mejorar esta situación y comencé a organizar a los trabajadores para formar un sindicato.

¿El hecho de ser tan joven no le supuso un obstáculo?

En verdad sí que tenía miedo de no ser aceptado como líder a causa de edad – sólo tenía 19 años – así que decidí implicar a personas más mayores en el comité preparatorio. Nuestra empresa formaba parte de un gran grupo industrial, y nuestra estrategia consistía en decir a nuestros compañeros de la empresa principal que crearan también su propio sindicato para reducir la presión que teníamos nosotros encima. De modo que pusimos en marcha otros dos sindicatos al mismo tiempo. Resultó bastante fácil convencer a los trabajadores bahreiníes, porque tienen contratos indefinidos. En cambio los trabajadores migrantes tenían muchas dudas, tenían miedo de perder su empleo.

¿Cómo consiguió entonces convencer a los trabajadores migrantes de que se unieran al sindicato?

Les prometimos que, cualquiera que fuera el conflicto, siempre estaríamos de su lado y no del lado de la dirección. Les dijimos que juzgaran por sí mismos si nuestra acción era positiva y que después se unieran conformemente. Hoy en día, de los 400 trabajadores, 150 están sindicalizados, tanto locales como migrantes. Queda mucho por hacer para seguir organizando a los trabajadores.

¿Qué han conseguido?

Hemos conseguido cambiar la situación, sobre todo con respecto al trato que reciben los trabajadores. Ahora la dirección viene a hablarles cara a cara. Hemos progresado también en materia de seguridad: los accidentes laborales han disminuido un 70%. Hemos obtenido unas condiciones de alojamiento más decentes, aunque todavía queden progresos por hacer. En materia de salarios hemos conseguido que a los locales les aumenten el sueldo de 150 BD (US$398) a 250 BD (US$663), y a los migrantes de 70 (US$185) a 100 BD (US$265).

¿Cómo lograron convencer a la dirección?

Desde el principio adoptamos una postura firme. Le dijimos claramente a la dirección que si no se presentaban a la mesa de negociación, la cosa se intensificaría y que estábamos dispuestos a ir hasta la huelga, ocupando los lugares de trabajo para impedir cualquier posibilidad de que nos reemplazaran con otros trabajadores. Comprendieron que íbamos en serio y conseguimos establecer verdaderamente un diálogo.

¿No tenían miedo de perder su empleo al lanzarse en esta lucha?

Por supuesto que todos teníamos ese temor. Nos decíamos que si nos despedían, otros líderes tomarían el relevo y terminarían por conseguir nuestro objetivo, y que al final del proceso no habría más despidos. Teníamos bastante confianza en nuestras probabilidades de éxito puesto que realmente manteníamos muy buenas relaciones con muchos de los trabajadores e incluso con algunos miembros de la dirección. Teníamos en nuestras manos secretos concernientes a varios problemas en el seno de la dirección, y los guardábamos como las cartas que jugaríamos si la presión se hacía demasiado fuerte.

Diecinueve años es una edad muy joven para asumir semejante rol. ¿Recibió consejos de la federación sindical (GFBTU)?

Karim Radhi (Secretario General Adjunto de la GFBTU) es como mi padre. Estuvo disponible las 24 horas del día si lo necesitaba. Me dio muchos consejos. Desde el principio supe que estaba de mi lado.

Para las decenas de sindicatos creados en el sector de la construcción, ¿cuáles son las principales reivindicaciones, en particular para los trabajadores migrantes?

Los salarios son demasiado bajos y hay demasiados accidentes, sobre todo caídas. Los salarios y la seguridad son por lo tanto nuestras principales reivindicaciones. Pero hasta que no tengamos un sindicato a nivel sectorial no podremos hacer suficientes progresos. Legalmente los trabajadores sólo pueden ser transportados en autobús, pero eso no se respeta: se puede ver a simple vista los camiones que transportan a los trabajadores bajo un sol de plomo.
En verano, las temperaturas pueden alcanzar los 45 grados, y hay muchísima humedad, así que es difícil trabajar en las obras. Hemos podido conseguir un acuerdo con las autoridades para que los trabajadores tengan un horario especial de verano, de modo que no sorprende ver algunas obras en plena actividad en mitad de la noche.
No tenemos un enfoque distinto para los trabajadores locales y para los migrantes: defendemos al conjunto de los trabajadores del sector que sufren, sobre todo en cuanto a salarios bajos y a unas condiciones de salud y seguridad deplorables.

Se denuncian con frecuencia las malas condiciones de alojamiento de los trabajadores migrantes. ¿Esta situación ha evolucionado?

Hubo unos incendios terribles en los campos y eso llamó la atención con respecto a dichos campos, donde las condiciones de vida son muy difíciles. Algunas empresas han emprendido mejoras, especialmente gracias a la presión de los sindicatos. Pero la ecuación legal del número de personas por metro cuadrado no suele respetarse, quedan muchas cosas por hacer.

¿Mantienen contactos con sindicales internacionales?

Estamos en contacto con la Internacional de la Construcción y la Madera (ICM). Hemos participado en conferencias en Túnez y en Egipto. La que más útil nos ha resultado han sido los numerosos seminarios que la ICM ha organizado aquí en Bahrein sobre cuestiones de seguridad, sobre los salarios, sobre las migraciones, etc.

¿De que manera pueden esos contactos internacionales ser útiles para ayudar a los trabajadores migrantes?

Hemos hablado con el representante para Asia de la ICM y también con determinados responsables sindicales de los países de origen durante un taller organizado por la ICM. Hemos solicitado que nos faciliten una traducción de nuestra legislación laboral, puesto que la mayoría de estos trabajadores no tienen ni idea de sus derechos cuando llegan aquí. Todavía no lo han hecho, pero yo espero que lo harán pronto.
El problema del país de origen es que no educan a sus trabajadores en la defensa de sus derechos sino más bien en caer bien en los países de destino con vistas a obtener el mayor número de empleos posibles, lo cual se traduce en transferencias monetarias. Comprendemos las dificultades de los países más pobres, pero también hay que ponerse en el lugar de los migrantes. Antes de venir, los agentes locales de contratación les exigen sumas enormes de dinero, y cuando vuelven a su país por lo general no han conseguido ahorrar bastante dinero y no les ayudan lo suficiente a reintegrarse, con lo que se encuentran en situaciones verdaderamente desoladoras.

Parece que los trabajadores indios, que son muy numerosos en el sector de la construcción, están empezando a ser reemplazados por trabajadores vietnamitas. ¿A qué se debe esto?

Los trabajadores indios están bien organizados. Viven juntos en los mismos campos de alojamiento. Han llevado a cabo huelgas muy organizadas en el sector de la construcción. Cuentan con el apoyo de su embajada y han conseguido obtener algunas de sus reivindicaciones, aunque haya que lamentar el hecho que se hayan dado incidentes con la policía cuando los trabajadores estaban llevando a cabo acciones muy pacíficas, y que algunos líderes no hayan conseguido que les renueven el contrato.
Con el boom económico en India, los trabajadores indios están solicitando ahora mejores salarios. Están bien cualificados, saben inglés de base y tienen la reputación de estar abiertos al diálogo. Lo mismo sucede para las trabajadoras del hogar indias, que también están solicitando mejores salarios.
El Gobierno indio ha impuesto un salario mínimo de 100 BD (US$265) para sus ciudadanos que trabajan en la construcción en el extranjero. En el caso de los más cualificados, las empresas indias vienen por toda la región del Golfo para llevárselos a la India. Yo creo que es un buen ejemplo para demostrar que si quieres ayudar a los trabajadores migrantes, es importante ayudar a que su país de origen se desarrolle. La consecuencia de la situación en la India es que Bahrein está haciendo venir a cada vez más vietnamitas, que cuestan más baratos, para reemplazar a los indios.

Entrevista realizada por Natacha David

(1) GFBTU : General Federation of Bahrain Trade Unions

(2) La GFBTU es miembro de la Internacional de la Construcción y la Madera (ICM) desde finales de 2009. “La ICM apoya el establecimiento de una federación sindical nacional en la construcción para promover el empleo decente, la seguridad en el trabajo y unos salarios mejores para los cerca de 136.000 trabajadores migrantes en la construcción en Bahrein”.

- Consultar el reportaje de Visión Sindical consagrado a los trabajadores y trabajadoras migrantes con testimonios y artículos in situ en Bahrein. (16 páginas)

- Ver también la entrevista a Salman Jaffar Al Mahfoodh (Bahrein- GFBTU) «Luchamos por la aplicación de los derechos sindicales en Bahrein »