Diálogo político sobre la Ayuda para el Comercio celebrado los días 16 y 17 de enero en el Centro de Desarrollo de la OCDE

El evento se compone de los ministros de comercio, altos funcionarios, académicos, think tanks y algunos miembros de la sociedad civil y fue en su mayor parte una caja de resonancia para discutir el éxito de la ayuda para el comercio.

La reunión se inició con los discursos inaugurales de Pascal Lamy, Director General de la Organización Mundial del Comercio, y de Karel De Gucht, Comisario de Comercio de la UE. En ambos discursos se elogió el papel desempeñado por la liberalización del comercio en el crecimiento económico y, por lo tanto, en la reducción de la pobreza, y se destacó la importancia de mantener y aumentar los niveles actuales de la Ayuda para el Comercio, pese a la disminución de los presupuestos de ayuda. Los oradores advirtieron sobre los riesgos que plantea el fantasma del proteccionismo y la posible emergencia de una era de decreciente multilateralismo. Se señaló también que la Ayuda para el Comercio debería cambiar su denominación a Ayuda a la inversión para poder abordar las nuevas prioridades que ha adoptado. En una de las declaraciones se indicó que el aumento de la ayuda para el comercio no debía hacerse en detrimento de la inversión en sectores sociales, lo cual carecía de pertinencia dado que esos sectores son algunos de los pocos no abarcados por la Ayuda para el Comercio.

El nuevo Presidente del CAD
El nuevo Presidente del CAD, Erik Solheim, hizo la primera intervención desde que asumiera su cargo y expuso sus prioridades para el próximo año, entre las cuales estaba la creación de Estados fuertes, la potenciación de la financiación privada, la apertura de mercados y la financiación del clima.

El seguimiento y la evaluación:
En la mayoría de las intervenciones se aludió al innegable éxito de la Ayuda para el Comercio, aunque se señalaron también serias deficiencias en los criterios para la asignación de la ayuda. Las deficiencias en el seguimiento y la evaluación, así como la falta de una evaluación del impacto a medio y largo plazo, hacen que sea imposible determinar el efecto real de la Ayuda para el Comercio. Resultaría aún más difícil demostrar su repercusión en la erradicación de la pobreza. Por otra parte, no hay consenso sobre lo que la Ayuda para el Comercio engloba realmente. Algunos estiman que se trata de una ayuda que se utiliza para apoyar cualquier esfera relacionada con el comercio, como la infraestructura, la capacitación de los trabajadores, la modernización administrativa, la creación de un entorno propicio para el sector privado, etc., mientras que para otros la Ayuda para el Comercio abarca solo actividades destinadas a aumentar la eficiencia del comercio transfronterizo. Los países asociados señalaron los serios problemas que se plantean en relación con el sentido de apropiación respecto de la Ayuda para el Comercio. Es necesario que los nuevos marcos de seguimiento sean definidos por los países asociados más que por los donantes. A nuestro juicio, mientras exista esa ambigüedad en cuanto al propósito y no se pueda demostrar el efecto real de la ayuda en la erradicación de la pobreza, resultará difícil calificar a la Ayuda para el Comercio de éxito innegable.

Incidir en el sector privado:
Incidir en el sector privado ha sido un desafío para la mayoría de los procesos relacionados con la ayuda, incluida la Ayuda para el Comercio. Una vez más, la falta de claridad y la ambigüedad en cuanto al propósito de la Ayuda para el Comercio, dificultó el debate que, por otra parte, abarcó una multitud de cuestiones, desde la necesidad para las PYME del acceso a financiación hasta un mayor diálogo con las contrapartes, la Cooperación Sur-Sur (CSS) y el aumento de la financiación del comercio. Una de las intervenciones más destacadas fue la del moderador (Thomas de Man de Heineken), que indicó que una de las más importantes limitaciones para las microempresas y pequeñas empresas era el acceso a la financiación, y que el objetivo de la ayuda orientada hacia el sector privado debería ser atender esa preocupación, ya que la mayoría de las grandes multinacionales podía prescindir de esa ayuda.
En el debate no se mencionó el papel desempeñado por los otros interlocutores sociales, como los sindicatos y la sociedad civil, en la atenuación de los efectos negativos de la liberalización del comercio. Si bien el comercio puede crear empleos, también puede destruirlos. La función de la protección social y de los sistemas de bienestar eficaces solo se mencionó brevemente, ya que la discusión se centró esencialmente en la eficiencia de las fronteras y en la mejora de la capacidad de los niveles superiores.

Siguientes etapas:
La sesión final se centró en lo que podía hacerse en el futuro con la Ayuda para el Comercio. Pese a que la mayoría de los universitarios y grupos de expertos se centraron en la necesidad de un mejor seguimiento y evaluación, Simon Maxwell del ODI propuso que se abordara la ambigüedad de la Ayuda para el Comercio. La Ayuda para el Comercio debía centrarse bien en modernizar y facilitar el comercio transfronterizo, o bien ser más general y abordar las limitaciones de infraestructura, las asociaciones público-privadas y las discusiones con las partes interesadas locales e internacionales (sector privado). El riesgo que plantea este último enfoque es que, como estas cuestiones ya se abordan en muchos otros foros, podríamos asistir a una proliferación de estructuras paralelas. Por otra parte, el primer enfoque daría lugar a una notable disminución de las actividades relacionadas actualmente con la Ayuda para el Comercio.

Enunciados sobre la Ayuda para el Comercio
• La Ayuda para el Comercio comprende actualmente un tercio de toda la AOD, en particular inversiones en la infraestructura, la energía, la agricultura.
• La Ayuda para el Comercio adolece de grandes limitaciones en cuanto al seguimiento y la evaluación, lo que dificulta fuertemente la asignación.
• La Ayuda para el Comercio no tiene una incidencia efectiva en la erradicación de la pobreza, ya que se centra más en los beneficios del crecimiento económico y de la liberalización comercial.
• Al no estar bien definida, la Ayuda para el Comercio abarca cosas distintas para distintos grupos. Esa ambigüedad debe solucionarse para que la Ayuda para el Comercio siga siendo relevante.
• La imprecisión de los objetivos de la Ayuda para el Comercio es tanto más evidente si se tiene en cuenta la continua expansión de su mandato. Mucho de lo que realiza actualmente está siendo implementado en procesos paralelos.
• La Ayuda para el Comercio no funciona si no hay apropiación a nivel local.
• La Ayuda para el Comercio podría tener una mayor incidencia si se concentrara en modernizar los aspectos que rodean el comercio, como la creación de sistemas automatizados y electrónicos que reduzcan el tiempo necesario para registrar las importaciones y exportaciones, y en aumentar la capacidad de los funcionarios encargados de los controles fronterizos para utilizar esos sistemas.
• La Ayuda para el Comercio deberá centrarse más en atenuar los efectos negativos de la liberalización del comercio mediante la protección social.
• La Ayuda para el Comercio debe ajustarse a las estrategias de desarrollo y las políticas industriales de los países asociados. Su programa de prioridades es actualmente dirigido y controlado por los donantes; los países en desarrollo se encargan sobre todo de su ejecución.

Jeroen Kwakkenbos
Responsable de políticas y promoción - Eurodad, Red Europea de Deuda y Desarrollo