Entrevista Primer plano de Gertrude Hambira (GAPWUZ – Zimbabwe)

“Los trabajadores agrícolas son maltratados y abandonados”

Gertrude Hambira es la Secretaria General del sindicato agrícola zimbabwense GAPWUZ (1). Tuvo que abandonar su país como consecuencia de sus críticas a la reforma agraria, la cual ha dado lugar a numerosos actos de barbarie y la pérdida de empleo de cientos de miles de trabajadores. Mientras continúan las violaciones de los derechos humanos y que los sindicalistas siguen estando perseguidos, Gertrude Hambira solicita un verdadero programa de reforma agraria que aporte más justicia social sin que se violen los derechos humanos.

¿En qué consiste la reforma agraria llevada a cabo en Zimbabwe desde 2000?

Puede percibirse como un asunto racial, porque los agricultores blancos son expulsados de sus explotaciones agrícolas y éstas son entregadas a personas de raza negra... aunque en realidad son entregadas a negros que pertenecen a la élite política: ministros, veteranos de guerra, personas que apoyan a la ZANU-PF (2), jueces, etc. Los ministros han recibido un mínimo de entre cinco y diez granjas por persona. Durante este proceso, los nuevos propietarios rechazan a los trabajadores agrícolas que supuestamente deberían trabajar las tierras. Sólo se quedan, por ejemplo, con 5 ó 10 trabajadores de una explotación agrícola que empleaba a 200 personas. La producción disminuye, y eso afecta a la producción de todo el país.

La mano de obra potencialmente activa en la agricultura, antes de la reforma, ascendía a 500.000 personas durante la temporada alta (incluidos los temporeros), pero actualmente se ha reducido a unas 120.000. La mayoría de los trabajadores son abandonados en las explotaciones agrícolas, donde se convierten en desplazados internos, viven al borde de la carretera, otros andan por los pueblos e intentan sobrevivir mediante el trabajo a destajo. Algunos se involucran en actividades ilegales de lavado con batea de oro o de diamante, se unen a la economía informal,...

Sin embargo, rechazar a los trabajadores agrícolas no es algo que convenga a los nuevos propietarios. ¿Por qué actúan así?

Todo el mundo quiere tierras, pero no todo el mundo quiere ser agricultor. La agricultura es un negocio, no un hobby, hay que dedicarle toda la energía. Para producir, uno ha de estar en la explotación agrícola. En cambio, los nuevos propietarios pasan la mayor parte de su tiempo en la oficina, desde donde dan las órdenes, y no hay nadie sobre el terreno para supervisar el trabajo que se tendría que hacer. Si retomas una granja pero te separas de la mano de obra y comienzas a explotar a los trabajadores, vas directo al fracaso. Entonces le echas la culpa a otras personas (a la oposición, a los trabajadores, a los bancos que te niegan un préstamo), pero eres tú el que te has metido en esa situación.

¿La entrada en el Gobierno, en 2009, del líder de la oposición Morgan Tsvangirai no ha hecho que esta situación progrese?

Las cosas quizás hayan mejorado para los ricos, pero cuando se produce un cambio de estructura en un sistema, uno se espera poder llevar pan a la mesa. Cualquier hombre normal querría que un nuevo gobierno se concentrara en eso. Sin embargo, una semana después de la formación del Gobierno de unidad nacional, se volvieron a embargar granjas, a expulsar a trabajadores agrícolas, o a seguir explotándolos. Las violaciones de los derechos humanos continúan produciéndose, los sindicalistas siguen estando perseguidos y detenidos. Yo me tuve que marchar al exilio durante el mandato de este Gobierno de unidad. Y eso que una mujer normal como yo no tiene ninguna intención de derrocar el Gobierno ni de cambiar radicalmente el programa de reforma agraria. Lo único que hago es decir la verdad.

¿Cuáles fueron los sucesos a la base de su partida en el exilio?

Fui convocada al JOC (Comando Conjunto de Operaciones), una estructura de alto nivel del ejército, de la policía, del sistema penitenciario y de los servicios secretos. El 19 de febrero pasado me convocaron en el cuartel general de la policía y me preguntaron que por qué había hecho un documental sobre las violaciones de los derechos humanos vinculados a la reforma agraria (3). Me interrogaron durante unas dos horas. Tres días más tarde enviaron a siete hombres para “raptarme”, lo que quiere decir ser detenida y retenida en secreto durante un período indeterminado. Por suerte no me encontraba en la oficina, y huí del país. Después de haberme marchado, mis compañeros fueron detenidos. No les golpearon pero sí que fueron seriamente intimidados: les dijeron que tendrían que morir en prisión si no revelaban mi paradero.

¿Cómo se desarrolló su interrogatorio?

No dejaban de preguntarme dónde habían sido filmadas las imágenes del documental, cuáles eran nuestras intenciones; me repetían que tendría que ser encarcelada y morir porque soy una persona peligrosa. Yo les respondía que sólo estaba diciendo la verdad, que esperaba más bien que me preguntaran cómo se podían evitar todos esos abusos. Pero en vez de eso me vi enfrentada a un interrogatorio agresivo.

¿Había sido detenida antes?

Sí, y también la policía me golpeó en varias ocasiones. Mi último arresto remonta a diciembre de 2008, cuando participamos en una manifestación del ZCTU (4) a raíz de la insuficiencia del dinero en circulación. Recibí una dura paliza en la calle a manos de la policía; seguidamente fui arrestada durante unas dos horas, y después me liberaron.

El documental del GAPWUZ denuncia las torturas infligidas a trabajadores negros y a agricultores blancos. Muestra concretamente el caso de un trabajador que fue lanzado a un grupo de personas borrachas y al que maltrataron duramente. ¿Esas personas son paramilitares, gángsteres?

Se trata de la “Milicia Juvenil”. El Gobierno ha creado una milicia formada por jóvenes procedentes de las regiones rurales, sin empleo, que reciben una formación militar y que después son enviados a invadir las granjas. Comienzan acosando a los trabajadores agrícolas, les obligan a asistir a sus reuniones. Si los trabajadores no les obedecen, les acusan de ser miembros de la oposición y les amenazan con “disciplinarlos”. Entonces les acosan, los muelen a palos, los cuelgan de los árboles para pegarles, obligan a sus hijos a presenciar las torturas que les infligen...

¿Son como paramilitares contratados para hacer el trabajo sucio?

Sí, y si alguien llama a la policía, ésta se contenta con mirar.

La violencia hacia los agricultores blancos y sus trabajadores negros descrita en su documental ¿se sigue produciendo actualmente?

Ahora los expulsan, pero no son agredidos. A veces la Milicia Juvenil se presenta para echar a los trabajadores que viven al borde de la carretera, pero hay organizaciones que acuden a proporcionarles ayuda humanitaria.

¿Qué les pasa a los agricultores blancos expulsados?

Algunos se han ido a Australia, a Inglaterra, a Nueva Zelanda o a algún país vecino. Sólo se pueden llevar a su familia. En nuestro documental se ve el caso de un agricultor blanco expulsado, que se inquieta por la escolaridad de su hija, pero ¿quién se va a ocupar de la escolaridad de los 200 trabajadores que había estado empleando? No hay nada malo en corregir las desigualdades que existían, puesto que las buenas tierras sólo pertenecían efectivamente a la minoría blanca, pero para ello ¿por qué hay que matar a un trabajador, a un agricultor, por qué los niños tienen que ser expulsados de la escuela? Necesitamos un verdadero programa de reforma agraria que no implique violar los derechos humanos.

¿El sindicato puede permanecer activo en semejante contexto?

Antes del programa de reforma agraria contábamos con 150.000 miembros. Esta cifra ha caído a más o menos 25.000 en estos momentos. La mayoría de nuestros miembros han sido expulsados de las tierras donde trabajaban. Nuestro sindicato intenta mantenerse fuerte, pero estos últimos años hemos tenido que reconstruirlo tantas veces... Cuando las granjas fueron confiscadas a partir de 2000, todas las estructuras sindicales fueron destruidas, así que empezamos a reconstruirlas. Después, en 2005, hubo muchísimas violaciones a los derechos humanos, y las estructuras sindicales se vieron de nuevo afectadas. Las volvimos a reconstruir después de las elecciones. Las expulsiones de las granjas que tuvieron lugar a lo largo de todos estos años nos obligaron a reconstruir continuamente nuestras estructuras. En 2008, durante las elecciones más violentas de Zimbabwe, todas las estructuras sindicales se vieron de nuevo perjudicadas. Otros sindicatos también resultaron afectados, pero el agrícola ha sido el que más.

En realidad nos hemos encontrado continuamente en un proceso de desarrollo sindical en el seno de las comunidades agrícolas. Reclutamos miembros desde 1985 a través de programas educativos, de encuentros, explicando los beneficios de la membresía sindical. Desarrollar este sindicato nos ha llevado cerca de 20 años, pero lo que construimos ha sido destruido casi de la noche a la mañana. Hoy construimos, mañana está todo destruido... y en ese contexto nos ha tocado sobrevivir, en particular gracias al apoyo de los sindicatos extranjeros y de otros asociados por todo el mundo.

¿Qué servicios pueden proporcionar todavía a sus 25.000 miembros?

Un sindicato no se limita a negociar los salarios. Cuando los trabajadores agrícolas son expulsados de la tierra, nosotros les representamos en los tribunales, establecemos el vínculo con organizaciones que pueden proporcionar asistencia humanitaria. También llevamos a cabo cursos de formación sobre educación cívica, programas sobre el VIH, etc.

Ustedes ayudan en el plano legal, pero es sabido que el sistema judicial de Zimbabwe es todo menos independiente...

Por supuesto, pero tenemos que hacerlo, porque un día estaremos en una situación normal y entonces podremos volver a abrir los expedientes y exigir el restablecimiento de la justicia.

Su documental trata concretamente de los casos presentados ante el tribunal de la SADC (5). ¿Qué juicios se han pronunciado?

El tribunal de la SADC afirma que el Gobierno no debería apoderarse de las granjas, pero éste se niega a aplicar tales decisiones, y no hay nadie que le obligue a hacerlo. Algunos casos presentados ante este tribunal tienen que ver incluso con granjas que se encontraban bajo el acuerdo de asociación bilateral de la SADC, y éstas no deberían haberse visto afectadas por la reforma agraria. Conforme a dicha asociación, todo lo que se produce en esas granjas es destinado a los países de la SADC.

¿Cómo les puede ayudar la solidaridad internacional de los trabajadores?

La CSI y sus miembros deberían escribir al Gobierno de Zimbabwe, apoyar al ZCTU, implicarse con la UITA (6) para sacar a la luz la suerte que corren los trabajadores agrícolas. Y, en la medida de lo posible, ofrecer recursos financieros a través del ZCTU para ayudar a nuestros miembros afectados por la reforma. Todos los trabajadores entrevistados en el documental, y cuyo rostro aparece tapado, permanecen escondidos hoy en día en Zimbabwe, se encuentran en situaciones sumamente difíciles.

Sabiendo los problemas a los que usted se enfrentaría, ¿qué es lo que le motivó a convertirse en dirigente sindical?

Me apasiona mi país y las personas a las que represento. Durante muchísimos años no tuvieron voz. Yo no puedo simplemente sentarme y mirar cómo se destruye lo que hemos construido durante todos estos años. Alguien tiene que hablar, y yo tengo poder para expresarme en nombre de los trabajadores de Zimbabwe puesto que fui elegida durante un congreso.

Entrevista realizada por Samuel Grumiau

(1) General Agriculture & Plantation Workers Union of Zimbabwe, afiliado al Zimbabwe Congress of Trade Unions (ZCTU).

(2) Unión Nacional Africana de Zimbabwue – Frente Patriótico, dirigido por el Presidente Mugabe.

(3) “House of Justice”, http://www.youtube.com/watch?v=wl97... y http://www.youtube.com/watch?v=9ulG.... Consultar también “If something is wrong...”, el informe que acompaña a este documental

(4) Zimbabwe Congress of Trade Unions, afiliado de la CSI

(5) Comunidad de Desarrollo de África Austral

(6) Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación, Agrícolas, Hoteles, Restaurantes, Tabaco y Afines

- Leer también la entrevista a Vimbai Zinyama (ZCTU-Zimbabwe) publicada por la CSI el 12 de noviembre de 2009, titulada “Para mi hijo de 8 años, un policía es... alguien que golpea a su madre”