Civil Society side-lined after Busan?

Brian Atwood, Presidente del CAD/OCDE expresó públicamente su profundo agradecimiento por el papel que desempeñaron las OSC en el proceso previo al Foro de Alto Nivel de Busan al crear la Alianza de Busan y cumplir con sus compromisos desde el Foro de Accra (2008). Sin embargo, el enfoque de los compromisos temáticos de Busan no ha logrado hasta ahora la plena integración de la sociedad civil.

A diferencia de los gobiernos donantes, las OSC realmente aportaron a Busan la prueba de su compromiso a través de la adopción de los Principios de Estambul para la Eficacia del Desarrollo de las OSC y el Marco Internacional para la Eficacia del Desarrollo de las OSC.
Las OSC también aportaron la perspectiva de que la ayuda ya no debería seguir siendo el punto de partida de las medidas de desarrollo, sino que el desarrollo exigía una estrategia amplia, basada en los derechos, la coherencia de las políticas y una cooperación internacional legítima [1], reformulando así el debate sobre la eficacia de la ayuda y dando un enfoque más amplio a la eficacia del desarrollo.

La Alianza de Busan para una cooperación al desarrollo eficaz finalmente accedió a modificar el enfoque centrado en una “relación de carácter transaccional basado en la ayuda a una relación centrada en la transformación a favor del desarrollo” [2]. De este modo, el documento de la Alianza de Busan respondió sin duda alguna a los imperativos a escala mundial y a las evoluciones en el mundo del desarrollo. Sin embargo, este documento no dio lugar al cambio de paradigma que pedía la sociedad civil. Más que una nueva vía hacia el desarrollo, constituye un ajuste de las políticas de desarrollo a las evoluciones geopolíticas y económicas de la última década.
La construcción más bien compleja y un tanto “extraña” de la Alianza creó un proceso abierto, reuniendo a socios cuyo compromiso se asentaba en motivaciones inciertas. Los nuevos socios de la cooperación Sur-Sur al desarrollo, como China, India y Brasil optaron por una aplicación voluntaria de lo que es, en esencia, un acuerdo voluntario (sic). El sector privado aceptó estrictamente un solo párrafo (§ 32) de la Alianza de Busan, desarticulándola de los objetivos comunes (derechos humanos, trabajo decente, igualdad de género, etc.) y los compromisos diferenciales (en referencia a los principios para una cooperación al desarrollo eficaz de París y Accra). Y, sobre todo, el documento carecía de toda forma de compromiso y de seguimiento posterior a Busan claramente formulada. El discurso fácil sobre un enfoque “ligero a nivel mundial y contundente a nivel nacional” ha dado lugar a un acuerdo virtual que debía satisfacer a todo el mundo, pero que compromete a muy pocos.

A través de la fórmula de compromisos temáticos (Building Blocks), los gobiernos donantes impusieron en Busan una serie de ejercicios de presentación de conformidad con sus programas nacionales, y adoptaron compromisos temáticos sobre el sector privado, los resultados (“relación calidad-precio”), instituciones eficaces (¡en los países en desarrollo!), pero no enfoques basados en los derechos, la apropiación democrática o mayor compromiso de los donantes sobre los Principios de París relativos a la transparencia y la responsabilidad, por no hablar de la desvinculación de la ayuda y la previsibilidad. Los participantes de Busan expresaron y aprobaron la intención de contar con enfoques de desarrollo centrados en los países y dirigidos a ellos para hacer frente a los retos del desarrollo.

¿Dónde estamos al cabo de 6 meses? Los hechos revelan ahora la verdadera naturaleza de los compromisos temáticos: dominados por los donantes en casi todos los casos, basados en las prioridades de los donantes así como situando en segundo plano a los gobiernos de los países socios y… a la sociedad civil organizada. El enfoque de los compromisos temáticos ha acabado con los logros (pequeños, pero tangibles y apreciados) de Accra, por ejemplo, las declaraciones a favor del carácter multipartito de las estrategias de desarrollo y la apropiación por parte de los países. Los países socios a menudo permanecen al margen, mientras que sólo los gobiernos “campeones” de la ayuda como Ruanda, Honduras, Colombia y Bangladesh suelen asumir compromisos. Es posible que estos países cumplan con las expectativas de los donantes en materia de ayuda, pero a menudo luchan con graves “problemas” en lo relativo a las libertades fundamentales, la apropiación democrática y la interacción con la sociedad civil...

Reformulación del programa y del compromiso de las OSC basada en el Consenso de Cebú

En febrero, las organizaciones miembros las plataformas de las OSC que dirigieron el proceso de Busan, (BetterAid aseguró la coordinación de la participación en el proceso político, el Grupo de Trabajo de la OCDE sobre la eficacia de la ayuda y sus agrupaciones, así como las negociaciones sobre el documento final de Busan, por un lado y, por otro, el Foro Abierto sobre la Eficacia de las OSC encabezaron el proceso sobre la eficacia de las OSC que dio lugar a la elaboración de los Principios de Estambul y al Marco para la eficacia de las OSC) se reunieron en Cebú, Filipinas, para evaluar la situación y diseñar sus estrategias para el futuro.

Decidieron crear una plataforma nueva y única para contribuir a la Alianza Mundial, basada en la evaluación crítica de los resultados de Busan [3] . El proceso de creación de la plataforma se basa en las enseñanzas aprendidas de las experiencias anteriores (AB y FA) y el modelo de un compromiso más directo con los miembros: la descentralización hacia los órganos de coordinación nacionales, subregionales y regionales y la participación de representantes de todo el mundo basada en los miembros de las organizaciones de la sociedad civil (sindicatos, mujeres, comunidades rurales, etc.). Esta plataforma debería permitir no sólo establecer un diálogo, sino también, y en el primer lugar, estar a la escucha de sus miembros, de modo a aportar las contribuciones de la sociedad civil a la mesa de negociaciones a escala nacional y mundial sobre los retos del desarrollo.

La financiación común y el compromiso basado en el diálogo con los donantes y los organismos de financiación han sido muy eficaces y valiosos para ambas partes, como lo demuestra el proceso posterior a Accra, especialmente a través de la realización de los procesos encabezados por las OSC sobre los compromisos del Programa de Acción de Accra. El modelo de este nuevo enfoque se discutió en la reunión del “G13” [4] en Amsterdam, en abril. Las consultas regionales y subregionales, así como por sectores se van a realizar con el fin de sentar las bases para la creación de la nueva plataforma de las OSC en el otoño de 2012.

Sin embargo, el compromiso posterior a Busan de las OSC es más que problemático. Las OSC han pasado claramente a ocupar un segundo plano, y en el mejor de los casos a ser “toleradas” debido al enfoque de compromisos temáticos que se basa en debates reservados a los gobiernos y a programas emblemáticos de los donantes. El frágil equilibrio que permitió entrar a China y a otros países no conservó el programa de las OSC en favor de los enfoques basados en los derechos humanos ni las cuestiones relativas a la responsabilidad.

A pesar de los importantes logros realizados en Accra, es preciso que las OSC restablezcan y reorienten su estrategia. Como lo hicimos entre París y Accra, tendremos que luchar por recuperar nuestro lugar en la agenda posterior a Busan, la cual ha sido monopolizada por los gobiernos. Sin embargo, esta vez el contexto mundial será diferente y la colaboración con los nuevos donantes y los donantes emergentes, así como con el sector privado, las poderosas organizaciones benéficas y los debilitados donantes tradicionales exigirá una mayor participación a nivel nacional y un fuerte hincapié en la coherencia de las políticas para una estrategia de desarrollo más global (más allá de la ayuda). Los sectores y plataformas nacionales y regionales deberán organizar y desarrollar en consecuencia sus programas y sus estrategias de sensibilización y defensa. La diversidad de los retos exige un mayor compromiso de parte de los grupos y organizaciones individuales.

Los enfoques basados en los derechos humanos deberán ser el eje central de nuestro programa, al igual que la necesidad de una acción positiva en lo relativo a un entorno favorable a la sociedad civil (y a la apropiación democrática). Las contribuciones del sector privado, o más ampliamente los motores de desarrollo social y económico deberán inscribirse en un marco definido por los compromisos relativos al desarrollo en el ámbito de los derechos humanos, el trabajo decente, la igualdad de género, la lucha contra la discriminación y la sostenibilidad ambiental. La participación de los sindicatos y de las organizaciones de empleadores, a través del diálogo social, también debería llevar a los agentes de la economía real a la mesa del desarrollo.

La agenda de la gobernanza democrática no debe caer en un discurso gubernamental que favorezca el “interés mutuo” que los exima de la responsabilidad hacia sus ciudadanos.

En los próximos meses se espera una mayor claridad sobre el contenido de los programas y sobre la base de la contribución de la nueva plataforma de las OSC a la Alianza posterior a Busan. Una condición sine qua non serán compromisos claros y responsables de todas las partes en favor de un verdadero enfoque centrado en las múltiples partes interesadas (entorno propicio a la participación de las OSC). Después de los compromisos de Accra sobre la apropiación y el diálogo incluyentes y el reconocimiento de nuestro papel como agentes del desarrollo por derecho propio, no vamos a permanecer como meros espectadores de los debates. La creación de la Alianza de Busan para una cooperación al desarrollo eficaz en junio deberá concluir compromisos claros para el proceso de participación de las múltiples partes interesadas (¿por qué no designando un co-presidente procedente de las OSC para contrarrestar la dinámica actual?) y permitir que todas las estructuras gubernamentales, incluyendo los compromisos temáticos sean verdaderamente multipartitos en su gobernanza y su programa.

Nuestra posición y compromiso posterior a Busan en tanto que sindicatos fueron dados a conocer en la Reunión General de la RSCD en Florencia [5]. Son esta posición y compromiso los que nos guiarán, y centraremos nuestra atención en el contenido y los objetivos realizables de la Alianza de Busan en favor de una cooperación al desarrollo eficaz y en compromisos temáticos encaminados a lograr avances en el programa de trabajo decente y en el desarrollo social sostenible e incluyente para todos, así como la representación y cooperación de las organizaciones de la sociedad civil.

Artículo de Jan Dereymaeker, RSCD, Bruselas, 01/05/2012